La comunidad parroquial de San Antonio se une con emoción y profundo agradecimiento a la celebración de las bodas de oro sacerdotales de nuestro querido don José María Máiz, que este domingo 13 de julio cumple 50 años de entrega fiel al Señor y a su Iglesia.

En este tiempo en que tanto se valora lo inmediato y lo efímero, tu vida, don José María, es un testimonio elocuente de perseverancia, servicio callado y fidelidad fecunda. Medio siglo de ministerio sacerdotal no son solo una cifra: son miles de gestos concretos, silenciosos y generosos que han sembrado consuelo, fe, perdón y esperanza en tantos corazones.

Queremos dar gracias especialmente por tu dedicación constante y humilde al sacramento de la Reconciliación. Día tras día, en el confesonario de nuestra parroquia, has sido instrumento de la misericordia de Dios. Con paciencia infinita, con escucha atenta y corazón de pastor, has acogido a quienes buscaban alivio, guía o simplemente un poco de paz. Para muchos, has sido reflejo del rostro de Dios: cercano, discreto, compasivo.

Tu presencia entre nosotros ha sido un regalo. Sin buscar protagonismos, has estado siempre ahí: celebrando con devoción, acompañando con serenidad, enseñando con sabiduría. Nos edificas con tu vida sencilla, tu palabra serena y tu oración constante. Tu vida es una homilía viva que no necesita alzar la voz para llegar al corazón.

Celebrar estas bodas de oro sacerdotales es celebrar el amor fiel de Dios que ha sostenido tu vocación durante cinco décadas, y también tu respuesta generosa, renovada cada día en lo escondido, en lo pequeño, en lo cotidiano. Es también una ocasión para dar gracias por todo lo que has sembrado en esta parroquia, y para pedir al Señor que te siga bendiciendo con salud, alegría y paz.

Gracias, don José María, por ser entre nosotros presencia sacerdotal firme y discreta, por enseñarnos con tu vida que la verdadera grandeza está en servir sin ruido y en amar sin medida.

Que el Buen Pastor, a quien has seguido con fidelidad, te colme de bendiciones. Y que la Virgen María, madre de los sacerdotes, te cubra siempre con su manto.

¡Feliz aniversario sacerdotal! ¡Gracias por tu entrega! ¡Gracias por tu vida!

Con cariño, respeto y oración,

Tu familia parroquial de San Antonio