Monseñor Barrio recuerda la importancia de los estudios teológicos y resalta la centralidad del seguimiento de Cristo
- Solemne inauguración del curso académico 2019/2020 en el ITC y el ISCCR
El arzobispo, monseñor Julián Barrio, presidió en la tarde de este lunes la inauguración oficial del curso académico en el Instituto Teológico Compostelano (ITC) y en el Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas (ISCCR). Los actos se iniciaron con una Eucaristía en la Capilla del Seminario Mayor Diocesano de San Martín Pinario, a la que asistieron seminaristas, profesores y alumnos de los centros formativos de la Archidiócesis. “O rigor científico, a humildade e o entusiasmo deben ser as características do ensino e aprendizaxe” dijo don Julián en su homilíia, “recordando como nos di Xesús que «se algún quere vir detrás de min, se negue a si mesmo, tome a súa cruz e me siga», en alusión a la centralidad de Cristo en las instituciones académicas, así como en las pastorales. El arzobispo invitó a seminaristas y alumnos a hacer del estudio una tarea fundamental en su formación e indicó que “el saber teológico es fundamental para que la Iglesia recorra el camino del hombre en medio de sus expectativas e inquietudes. La investigación teológica deberá mantenerse abierta a los signos de los tiempos, recogiendo lo que el Espíritu dice a las Iglesias”. Tras la Eucaristía, en el Aula Magna del ITC se procedió a la ceremonia de apertura formal del curso 2019/2020, con un saludo del director del ITC, José Antonio Castro Lodeiro; la lectura de la memoria correspondiente al curso anterior; y la lección inaugural que este año correspondió a Ricardo Vázquez Freire, quien habló sobre “San Juan de Ávila y la reforma de la Iglesia”.
En la homilía de la Eucaristía celebrada este lunes en la capilla del Seminario Mayor, monseñor Julián Barrio destacó la importancia de las instituciones académicas diocesanas, de las que dijo que “han de ser comunidades nutridas por la fe de la Iglesia en adhesión incondicional al Dios viviente que nos ha hablado en Jesucristo”. El arzobispo resaltó que “nuestros centros de formación no pueden encerrarse en sí mismos, viviendo al margen del discurrir de la vida diocesana. La Iglesia no debe alejarse del camino de Cristo ni por el temor ni por el halago y debe caracterizarse “por el testimonio de la alegría que brota del encuentro con Jesús y del anuncio del Evangelio”. Y aseguró que hay que orar desde toda la comunidad educativa y desde la diócesis “por los no cristianos pues Dios los ha incluido en su plan de salvación y hemos de hacer lo que esté en nuestras posibilidades para que la igual dignidad de todos los hombres, proclamada inequívocamente por Cristo, sea reconocida siempre”. Se trata, manifestó, de hacer una “pastoral de encuentro”.
El arzobispo pidió a los alumnos que no se dejaran “llevar por la mundanidad que nos aleja de Dios y nos instala en una doble vida”, destacando la centralidad de Cristo en los estudios teológicos, sin despreciar otros saberes. “No quito importancia a las otras disciplinas”, aseguró, “pues la preocupación es hacer florecer un humanismo cristiano que dé sentido pleno a la vida del hombre de nuestros días, que acosado por la sed de Dios busca la montaña del espíritu en medio de un paisaje materialista y horizontalista y en el que es débil la transmisión de la fe. Como Obispo de esta Iglesia que peregrina en Santiago, me alegro por vuestra presencia y considero una gracia comenzar este nuevo curso académico con vosotros ante el altar de Dios”.
En ese sentido, reclamó a los alumnos y seminaristas unir “a verdade coa caridade e o entendemento co amor”.
Acto académico solemne
Tras la Eucaristía, en el Aula Magna del ITC se procedió a la ceremonia de apertura formal del curso 2019/2020, con un saludo del director del ITC, José Antonio Castro Lodeiro; la lectura de la memoria correspondiente al curso anterior; y la lección inaugural que este año correspondió a Ricardo Vázquez Freire, quien habló sobre “San Juan de Ávila y la reforma de la Iglesia”.
Castro Lodeiro en su presentación del acto solemne académico trazó un paralelismo entre las antiguas tablillas sumerias de arcilla cocida y las tablets digitales, indicando que ambos soportes de escritura y de transmisión de saberes expresaban la necesidad del hombre de acercarse a la dimensión del misterio a través del aprendizaje. El director del ITC comentó que el servicio de las instituciones docentes a la Archidiócesis es, precisamente, ayudar a los alumnos a abrir los ojos a la auténtica sabiduría, a la experiencia de Dios.
Por su parte, el secretario del Instituto Teológico Compostelano, Miguel de la Mata, procedió a la lectura de la memoria del curso anterior, destacando tanto los datos estadísticos de número de alumnos, como la celebración de actos académicos, presentaciones de libros o estado actual de la Biblioteca, cuyos fondos se han incrementado con diversas donaciones.
Ricardo Vázquez, quien pronunció la lección inaugural dedicada al sentido reformista de la misión de San Juan de Ávila, hizo un recorrido sobre la vida y la obra del patrón del clero secular español, un auténtico maestro de espiritualidad y de mística. Ricardo Vázquez recordó la personal conversión del santo del siglo XVI, así como la importancia de los Memoriales que escribió para el Concilio de Trento, en los que ponía de manifiesto la necesidad de una reforma interior, personal, una conversión, para realizar después la reforma de la Iglesia. Vázquez aludió, igualmente, a la importancia que daba San Juan de Ávila a la formación de los sacerdotes y a su apuesta por la constitución de los seminarios como centros formativos del clero.
El arzobispo y presidente de la Junta Patronal del Instituto Teológico Compostelano, monseñor Julián Barrio, cerró el acto insistiendo en la necesaria complementariedad de las instituciones docentes y pastorales, que no han de mirarse a sí mismas, sino las unas a las otras para que, dando razones de nuestra fe resuene la esperanza. Tras recordar que para afrontar cualquier reforma en la Iglesia es preciso partir, como lo hizo San Juan de Ávila, de la conversión personal y de la escucha de lo que es verdaderamente necesario, monseñor Barrio dio por inaugurado el curso académico.