1. Vida de S. Antonio de Padua.
Nació en Lisboa, en 1195. Santo franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor de la Iglesia. Su nombre de nacimiento era Fernando Martins; era hijo primogénito de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles franceses (los Bouillon), y de María Taveira.
Estudió en la escuela catedralicia, donde un tío suyo era maestrescuela; más tarde, en torno a 1210, ingresó en el monasterio de canónigos regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Allí tuvo como maestros al propio prior, Pedro, y a un hombre de amplios conocimientos como Petrus Petri. Pero su familia y amigos no aceptaron su vocación y trataron de hacerle abandonar.
Para evitar estas presiones renunció a la herencia familiar y se trasladó en 1212 al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, importante centro de enseñanza religiosa que contaba con una gran biblioteca. En este otro lugar recibió la influencia de la escuela teológica de San Víctor (París) a través de profesores que habían estudiado allí. Tampoco en Coimbra encontró tranquilidad, pues el monasterio se vio afectado por el enfrentamiento entre el rey Alfonso II de Portugal y el papa Inocencio III: su propio prior, Juan, fue excomulgado por apoyar al primero.
Hacia 1219, fecha en que probablemente era ya sacerdote, conoció a la pequeña comunidad franciscana de Coimbra, establecida poco antes en el eremitorio de Olivais, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en pobreza. Cuando poco después llegaron a su monasterio restos de los primeros mártires franciscanos, muertos en Marrakech, decidió ingresar en la nueva orden, que a causa de su reciente creación aún estaba poco extendida y carecía del prestigio que alcanzaría más adelante. Fray Juan Parenti, provincial de España, presidió la sencilla ceremonia de toma de hábito franciscano (verano de 1220), en la que cambió el nombre de Fernando por el de Antonio (el eremitorio de Olivais estaba dedicado a San Antonio Abad), símbolo de su cambio de vida.
Tras un breve noviciado, e impulsado por el ejemplo de los mártires franciscanos, parece que en otoño de ese mismo año embarcó hacia Marruecos junto con otro hermano de orden, fray Felipe de Castilla, para alcanzar él mismo el martirio. Sin embargo, al poco de desembarcar contrajo la malaria, enfermedad que le dejaría secuelas para toda la vida; convaleciente todo el invierno, se vio obligado a abandonar el país.
Su intención era ahora llegar a las costas españolas y desde ellas volver por tierra a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Sicilia. Permaneció algún tiempo en Milazzo (costa noreste de la isla), donde había una comunidad franciscana, para completar su recuperación. En junio de 1221 asistió al capítulo de su orden en Asís (“capítulo de las Esteras”, que convocó a 3.000 franciscanos); allí conoció a San Francisco de Asís y decidió no regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray Gracián, provincial de la Romaña (circunscripción franciscana que abarcaba todo el norte de Italia).
Éste lo envió durante un año al eremitorio de Montepaolo (cerca de Forli) para que se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión de apostolado. A mediados de 1222, ya con buena salud, predicó en la catedral de Forli (sin haber preparado previamente sus palabras, pero con gran profundidad) con ocasión de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos.
Su provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su ministerio por todo el norte de Italia, donde se extendía por muchos lugares el catarismo. Recorrió así, enseñando, numerosos lugares. Su labor catequética en Rímini en 1223, por ejemplo, fue difícil, pero sus exhortaciones y discusiones públicas acabaron teniendo éxito, logrando convertir entre otros a Bononillo, obispo cátaro. A finales de este año o principios de 1224 estuvo también en Bolonia, enseñando teología a otros frailes franciscanos en el convento de Santa María de la Pugliola; fue el primer maestro de la orden, recibiendo para ello el permiso de San Francisco, que le escribió una carta llamándole “mi obispo”.
Hacia 1224 o 1225, sus superiores lo trasladaron al sur de Francia, donde los albigenses tenían más fuerza que en Italia. Su método para combatir la herejía consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los no creyentes y en catequesis para fortalecer la fe de los cristianos. Prosiguió su enseñanza teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y dominicos que iban a predicar en la región) y Tolosa (ciudad con fuerte presencia albigense), además de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay (al oeste de Valence y Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de Limoges. Como tal estableció la residencia de los franciscanos de la ciudad en una antigua ermita benedictina y fundó un convento cerca de Brieve.
A finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que examinó la situación de la región. San Antonio de Padua señaló a los prelados la necesidad de vivir sencillamente para dar ejemplo; el obispo de Bourges, Simón de Sully, respondió a sus palabras y aplicó en lo sucesivo la reforma de costumbres, ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.
La muerte de San Francisco el 3 de octubre de 1226 le obligó a viajar a Asís, como custodio de Limoges, para asistir al capítulo general que debía elegir nuevo ministro general; éste tuvo lugar el 30 de mayo de 1227, siendo elegido fray Juan Parenti. Buen conocedor de la valía de Antonio, le nombró provincial de Romaña. Muy querido por sus frailes, recorrió los lugares de su provincia donde había conventos franciscanos; uno de ellos fue Vercelli, donde predicó en la catedral con gran impacto y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo.
También por entonces debió estar durante estancias largas en Padua, donde fundó una escuela de franciscanos y comenzó a escribir una serie de sermones. Fruto de su labor fue el aumento de las misiones de predicación y la fundación de numerosos conventos. En el capítulo general de 1230, reunido con ocasión del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís, pidió a Parenti que le retirase el cargo, a causa de su mala salud.
El general aceptó su renuncia a cambio de formar parte de una comisión que debía presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa lo llamó “Arca del Testamento”. Es posible que colaborase en la redacción de la bula Quo elongati, respuesta a los problemas planteados por la orden al pontífice.
Después marchó al que sería su último destino, Padua, en la que se entregó con tal ardor que en lo sucesivo a su nombre quedaría asociado el de la ciudad: Antonio de Padua. Se instaló primero en la capilla de la Arcella, junto al convento de clarisas, pero solía predicar en el convento franciscano de Santa María, extramuros de la ciudad.
Escribió, por petición del cardenal Reinaldo dei Segni (el futuro Alejandro IV), una serie de sermones según las fiestas del año litúrgico y predicó hasta el agotamiento la Cuaresma de 1231; a sus sermones diarios asistió gran parte de la ciudad y consiguió del Consejo Mayor de la ciudad la liberación de los deudores presos por no tener medios con qué pagar sus deudas (origen del “Estatuto de San Antonio”). Poco después, el podestá Esteban Badoer le rogó que solicitase al poderoso Ezzelino IV da Romano la liberación de varios nobles paduanos que tenía prisioneros; de este modo, viajó a Verona y se entrevistó con Ezzelino, aparentemente sin éxito, si bien unos meses después de la muerte de Antonio acabaría por ceder.
En mayo, habiendo empeorado su salud por el viaje, se retiró al cercano lugar de Camposampiero para descansar y terminar de escribir los Sermones. Pero la gente tuvo conocimiento del lugar en que estaba y acudió en masa a oírle y pedirle consejo. El viernes 13 de junio sufrió un colapso y, ante el próximo fin, pidió que le trasladasen a Padua. Así se hizo, aunque para evitar las multitudes se detuvieron en la Arcella, donde murió Antonio esa misma tarde tras recibir la extremaunción y recitar los salmos penitenciales. No tenía aún cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de diez.
Orador sagrado, fundador de hermandades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno, dejó varios tratados de mística y de ascética y se publicaron todos sus sermones. Un año después de su muerte fue beatificado. Su culto, muy popular, se generalizó a partir del siglo XV. Su representación más valiosa se debe a Goya, quien lo plasmó en San Antonio de la Florida. Fue proclamado doctor de la Iglesia en el año 1946. Su fiesta se celebra el 13 de junio.
2. Pensamientos de S. Antonio de Padua.
– “El nombre de Jesús es superior a todo nombre, porque delante de él se dobla toda rodilla. Si lo predicas, ablanda las voluntades más obstinadas. Si lo invocas, dulcifica las más ásperas tentaciones. Si piensas en él, se te ilumina la inteligencia. Si lo lees, te alimenta el corazón.”

– “¿Saben cuál es el poder más bello y más laudable? Es aquel que domina a sí mismo su propia soberbia.”

– “La esperanza es la aceptación de los bienes futuros.”

– “El rostro de Dios está impreso en nuestra razón.”

– “La habitual contemplación de Cristo paciente y despreciado, y el recuerdo de sus sacrificios, hacen insensibles los placeres y gozos de la tierra.”

– “El lobo devora con gusto a su presa; así el demonio busca, sobre todo, manchar la pureza.”

– “¡Qué grande es la vanagloria de creerse que pueda el hombre hacerse Dios! ¡Desgraciado! Por haber querido vanamante divinizarte te has rebajado hasta infrahumanizarte.”

– “¡Oh bondad de Dios! ¡Oh dignidad del penitente! Aquel que habita en la eternidad habita en el corazón del humilde y en el espíritu del penitente!”

– “Me confieso con un hombre, pero no como a un hombre, sino como a Dios.”

– “David tiró por tierra a Goliat con la honda y una piedra; así Cristo con la honda de la humanidad y la piedra de la Pasión venció al diablo.”

– “Casa de Dios llaman también a la confesión por la reconciliación del pecador. En ella se reconcilia el hombre con Dios, como se reconcilia el hijo con el padre cuando éste le recibe en la casa paterna.”

– “Si en la casa de la confesión se hace oír la sinfonía del canto y de la compunción amarga, responde inmediatamente al unísono el coro de la divina misericordia para perdonar los pecados.”

– “Roguemos al mismo Jesucristo, Hijo de Dios, y pidámosle insistentemente nos conceda llegar con espíritu contrito al desierto de la confesión y merezcamos recibir esta cuaresma, el perdón de nuestras iniquidades.”

– “Tan pobre como es la mesa que carece de pan, así la vida más ejemplar resulta vacía si le falta amor.”

– “Hijo mío, si te pones al servicio del Señor, prepara tu alma para la tentación.”

– “Cristo, el sol divino, estaba protegido por la nube, la Virgen María, y emitía sus rayos de oro, a través de los ojos y del semblante de su Madre. Sí, el semblante de María está lleno de todas las gracias, grato a los ojos de Dios y espejo para todos los hombres.”

– “María es como el arco-iris, señal de reconciliación entre Dios y los hombres. Es como un capullo de rosa que abre sus pétalos en pleno invierno; como un lirio que crece junto a la corriente de las aguas; como un incienso que esparce suaves aromas. Ella es un cáliz de oro cubierto de piedras preciosas, un olivo que jamás pierde su follaje, un ciprés que se eleva sobre todos los árboles del bosque.”

– “María es como la estrella de la mañana en medio de la oscuridad de las nubes, y el curso de su vida brilló como resplandece la luna en la plenitud de su luz. Como el sol, envía también ella fúlgidos resplandores.”

– “La fe y la esperanza son las dos alas del alma, con ellas se eleva de las cosas terrenas y asciende de lo visible a lo invisible.”

– “No es el juicio de los hombres que nos manifestará lo que somos. Los hombres se engañan y se dejan engañar; llaman al mal, bien y al bien, mal. Cada uno vale lo que vale delante de Dios y nada más.”

– “La puerta del cielo es baja, y quien quiere entrar debe necesariamente inclinarse. Nos lo enseñó el propio Jesús, quien al morir, inclinó la cabeza.”

– “Cuando el hombre espiritual se siente agobiado por la tentación, por alguna terrible sugestión diabólica, levántese pronto para la lucha y eleve su mente a las cosas celestiales.”

– “Quien hace ostentación de los propios dotes y de sus buenas acciones, comete una especia de idolatría, que es el más grande de los pecados, porque llega a negar la gracia de Dios, se atribuye lo que únicamente es don de Dios.”

– “Sólo en caso de necesidad y después de habernos corregido a nosotros mismos, se puede reprender a los demás.”

– “Prefieran más ser amados que temidos. El amor dulcifica lo amargo y aligera el peso insoportable. El temor, al contrario, nos hace intolerables hasta las cosas más insignificantes.”

– “La avaricia roba, hiere y chupa la sangre. ¡Maldito el avaro! Poseído por la codicia del dinero, esa plata miserable que encierra el genio del mal, el avaro husmea doquiera el olor de la ganancia, oprime al pobre y desangra al desgraciado. No tiene corazón en el pecho. No ve la angustia de las lágrimas. No siente piedad. Sus manos chorrean sangre: sangre de los pobres, viudas y huérfanos. Sus vestidos están tejidos de robos y rapiñas. Su opulencia es su condenación. Aplastad al ladrón infame bajo las piedras de la maldición.”

– “Espinas son las riquezas. Y cuando pinchan hacen brotar la sangre. Bestias feroces son los pérfidos usureros, que roban y devoran. Raza maldita, se han desarrollado y esparcido por todas partes. No respetan ni al Señor ni a los hombres. A veces tienen la osadía e hipocresía de dar limosna que chorrea sangre de pobres.”

– “El que posee bienes, que utilice lo necesario para comer y vestir, el resto entréguelo al hermano necesitado, por el que Cristo murió. Si no da, si hace el tacaño ante la necesidad del pobre, peca mortalmente, no está en él la gracia de Dios, ya que si la tuviese, sería generoso con el hermano.”

– “¡Ay de los que tienen la despensa y los graneros repletos y el ropero bien provisto, mientras los pobres de Cristo, hambrientos y desnudos, gritan desconsolados ante sus puertas, no obteniendo más que algunas migajas de lo sobrante!”

– “La naturaleza nos engendra pobres: desnudos nacemos y desnudos morimos. La malicia humana ha creado a los ricos y el que quiere serlo cae en la red tendida por el diablo.”

– “Oh pobreza, fuente de alegría cuando es auténtica, tesoro que los hijos del diablo desprecian y odian, ¡tus encantos hacen saborear delicias eternas a los que en verdad te aman!”

– “Debemos a menudo meditar la Pasión del Señor. De ello debemos servirnos como de un sudario, para secar el sudor de nuestras fatigas y la sangre de nuestros sufrimientos. En toda prueba debemos recordar los ejemplos de paciencia que nos dio Jesús.”

– “Si tú predicas a Jesús, Él ablanda los corazones y dulcifica las ásperas tentaciones. Si piensas en Él, domina tu corazón. Si lo lees, sacia tu mente.”

– “Jesús es un nombre dulce que alimenta la esperanza; nombre que es, como dice San Bernardo, júbilo para el corazón, melodía para el oído y miel para la boca.”

– “Quien se humilla en el pensamiento de la muerte, pone en orden toda su vida, y está atento a todo lo que le rodea. Sacude de sí la ociosidad, se da ánimo, en los trabajos y confía en la misericordia del Señor, y dirige el curso de la existencia hacia el puerto de la eternidad.”

– “Con la muerte volvemos a Dios, como el navegante entra en la tranquila bahía del puerto. Escapados de la tempestad del mundo, nos refugiamos en la paz de la vida inmortal. Volvemos a Dios como el niño lloroso se recuesta contra el seno de su madre que lo acaricia y enjuga sus lágrimas. Del llanto de este mundo los justos entran en la gloria, donde Dios ‘enjugará toda lágrima’.”

– “¡Vivir sin Jesús es morir! ¡Jesús, nombre dulce y consolador, esperanza de eterna dicha! ¡Es alegría al corazón, melodía al oído, miel a los labios!”

– “Después de haber cometido tantos pecados al alma infeliz no le queda otro remedio que la confesión.”

3. Diez curiosidades de la vida de S. Antonio de Padua.
San Antonio de Padua, Doctor de la Iglesia y patrono de los pobres solía decir: “Si predicas a Jesús, Él ablanda los corazones duros; si lo invocas, endulzas las tentaciones amargas; si piensas en él, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente”.
A continuación, presentamos diez datos curiosos de uno de los santos más queridos y populares entre los católicos cuya fiesta se celebra el 13 de junio.
1. Su verdadero nombre
Nació en 1195 en Lisboa, Portugal. Se llamaba Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo. A los 25 años adoptó el nombre de Antonio cuando se hizo franciscano.
2. Fue agustino antes de ser franciscano
A los 15 años ingresó a los Canónigos Regulares de San Agustín. Diez años después ingresó a los Frailes Menores Franciscanos.
3. Pudo ser mártir
Decidió ingresar a los Frailes Menores para predicar a los sarracenos y estaba dispuesto a morir por amor a Cristo. Se fue a Marruecos, pero una severa enfermedad lo obligó a retornar.
4. Era un gran predicador
Tenía una voz clara y fuerte, talante imponente, memoria prodigiosa y un profundo conocimiento, el espíritu de profecía y un extraordinario don de milagros.
5. Se le representa con un Niño Jesús en brazos
Fue testigo de una aparición del Niño Jesús a quien sostuvo en sus brazos. Por tal motivo, en las imágenes del santo se le representa junto al Niño.
6. Este es su milagro más famoso
En la ciudad de Padua (Italia), un joven de nombre Leonardo pateó a su propia madre en un arranque de ira. Arrepentido, confesó su falta a San Antonio quien le dijo: “El pie de aquel que patea a su propia madre, merece ser cortado”.
Leonardo corrió a casa y se cortó el pie. Enterado de esto, San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió al cuerpo.
7. Lo conocen como el santo más milagroso
Su fama de obrar actos prodigiosos nunca ha disminuido y aún en la actualidad es reconocido como el más grande taumaturgo de todos los tiempos.
8. Es conocido como “el Santo de todo el mundo
“León XII lo llamó “el Santo de todo el mundo” porque por todas partes se puede encontrar su imagen y devoción. Es patrón de los pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros.
9. Acuden a él para pedir un buen esposo o esposa
Por esta razón algunas personas llegan a poner su imagen de cabeza, sin embargo, esa es una superstición y una práctica no cristiana.
10. Su canonización fue la más rápida de la historia
El Papa Gregorio IX lo canonizó menos de un año después de su muerte en Pentecostés el 30 de Mayo de 1232.
4. Novena en honor a S. Antonio de Padua.
Por la señal de la Santa Cruz…
SEÑOR MÍO JESUCRISTO
Señor mio, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocaciones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados,
y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita,
que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte,
y me dareis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio,
hasta el fin de mi vida.
Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Abrid, Señor mis labios para bendecir vuestro Santo nombre y el de vuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María al rezar los Trece Padrenuestros, Avemarías y Glorias en honor de vuestro siervo Antonio, cuyas virtudes deseo, con vuestra gracia, copiar en la tierra, para después gozar de vuestra gloria en el cielo. Amen.
INVOCACIONES
1ª. San Antonio de Padua, apóstol por la Fe, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
2ª. San Antonio de Padua, Patriarca por la Esperanza, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
3ª. San Antonio de Padua, serafín por la Caridad, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
4ª. San Antonio de Padua, que practicasteis la Mansedumbre y la Humildad de Jesús, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
5ª. San Antonio de Padua, ángel por la Castidad, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
6ª. San Antonio de Padua, prodigio de Penitencia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
7ª. San Antonio de Padua Espejo de Obediencia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
8ª. San Antonio de Padua, mártir por la Paciencia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
9ª. San Antonio de Padua, querubín por la Oración, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
10ª. San Antonio de Padua, celador de la Justicia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
11ª. San Antonio de Padua, dechado de Templanza, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
12ª. San Antonio de Padua, perla de Pobreza, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
13ª. San Antonio de Padua modelo de Constancia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
LAS TRES AVEMARÍAS
1ª. Virgen purísima antes del parto, ruega por nosotros. Avemaría.
2ª Virgen purísima en el parto, ruega por nosotros. Avemaría.
3ª. Virgen purísima después del parto, ruega por nosotros. Avemaría.
RESPONSORIO DE SAN ANTONIO
Tomando la medalla del Santo en la mano se concluye el rosario rezando el Responsorio y Oración de San Antonio.
Si buscas milagros, mira:
Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
El peligro se retira,
Los pobres van remediados;
Cuéntenlo los socorridos,
Díganlo los paduanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Ruega a Cristo por nosotros, Antonio divino y santo, para que dignos así de sus promesas seamos.
ORACIÓN FINAL
Haced, oh Señor, que la intercesión de vuestro Confesor San Antonio, llene de alegría a vuestra Iglesia, para que siempre sea protegida con los auxilios espirituales y merezca alcanzar los eternos gozos. Por Cristo, nuestro Señor. Amen.
5. Los trece martes a S. Antonio de Padua.
Por la señal…
Señor mío Jesucristo…
Oración inicial:
Postrado a vuestros pies, oh amantísimo protector mío San Antonio, os ofrezco el piadoso ejercicio que voy a practicar para que me alcancéis del Señor el perdón de mis pecados, las virtudes propias de mi estado, la perseverancia final y la gracia especial que solicito con esta devoción. Más si ésta no me conviniese, obtenedme una perfecta conformidad en el divino beneplácito. Amén.
Rezar a continuación la oración del martes (o domingo) que corresponda:
MARTES 1º: LA CARIDAD. ¡Oh, llama de amor hacia Dios y el prójimo, San Antonio! Cornpadeceos de mi frialdad en el servicio de Dios y de mis hermanos, y alcanzadme la virtud de la caridad, con la cual pueda lograr todos los bienes temporales y eternos.
MARTES 2º: GOZO ESPIRITUAL. ¡Oh, fidelísimo observador de los divinos preceptos y de la Regla Seráfica, San Antonio! Otorgadme el gozo espiritual en el cumplimiento de mis deberes y seré feliz en este mundo y en el otro.
MARTES 3º: LA PAZ. ¡Oh, pacificador de pueblos y ciudades, San Antonio! Conseguid para mi y para los míos la paz, que vino a traer Jesús a la tierra, y que me otorgue en esta y en la otra vida los derechos de hijo de Dios.
MARTES 4º: LA PACIENCIA. ¡Oh, sacrificado siervo del Altísimo, San Antonio! Conseguidme por vuestros ruegos la paciencia que necesito para llevar la cruz de mis obligaciones, la cual me abra las puertas del cielo.
MARTES 5º: LA LONGANIMIDAD. ¡Oh, generoso abogado de los pobres, San Antonio! Haced que yo me enamore de la longanimidad para merecer de Dios mayores gracias y mercedes y obtener la eterna felicidad
MARTES 6º: LA BONDAD. ¡Oh, dadivoso bienhechor, San Antonio! Dignaos extender la dulce virtud de la bondad hacia mí, para que no me contente con la justicia aparente, sino que sea bueno de verdad ante Dios y los hombres, según El desea.
MARTES 7º: LA BENIGNIDAD. ¡Oh, soberano y suavísimo San Antonio! Alcanzadme una santa benignidad para con mis prójimos, a fin de que no quiera otras armas contra mis enemigos más que orar por ellos y hacerlos bien.
MARTES 8º: LA MANSEDUMBRE. ¡Oh, humilde y afabilísimo San Antonio! Obtenedme por vuestros méritos aquella mansedumbre que aun a los malos cautiva, y que logre con ella salvarme acompañado de muchos.
MARTES 9º: LA FE. ¡Oh, defensor de la Iglesia y martillo de los herejes, San Antonio! Fortificad en mí más y más la fe, para que goce de sus beneficios incomparables en el tiempo y en la eternidad.
MARTES 10º: LA MODESTIA. ¡Oh, modelo perfectísimo de honestidad, San Antonio! Alcanzadme la modestia, circunspección y recato en obras y palabras, para que pueda y sepa oponerme a las pompas y vanidades que renuncié en mi bautismo.
MARTES 11º: LA CONTINENCIA. ¡Oh virginal amador de Jesús, San Antonio! Suplicad para mí la gracia de la continencia en todos las cosas exteriores referentes a los placeres, honras y riquezas, para que prepare a Cristo digna morada en mi corazón.
MARTES 12: LA CASTIDAD. ¡Oh, lirio de pureza, San Antonio! Tened compasión de mí, para que, a pesar de las dificultades que me rodean, guarde la castidad según mi estado y logre ver a Dios en el cielo.
MARTES 13. ¡Oh, árbol frondoso de virtudes, San Antonio! Sazonad en mí los frutos del Espíritu Santo que en estas trece semanas os he pedido, a fin de que agraden a Dios Nuestro Señor mis obras, y por ellas y su gracia me dé la gloria.
Rezar cada martes un padrenuestro, avemaría y gloria.
Terminar con el responsorio de San Buenaventura y la oración final.
Responsorio de san Buenaventura
Si buscas milagros, mira:
Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
Redímanse encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
El peligro se retira,
Los pobres van remediados;
Cuéntenlo los socorridos,
díganlo los paduanos.
El mar sosiega su ira,
redímense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Ruega a Cristo por nosotros, Antonio glorioso y santo, para que dignos así de sus promesas seamos.
Oración final
Haced ¡oh, Señor! que la intercesión de vuestro confesor San Antonio llene de alegría a vuestra Iglesia, para que siempre sea protegida con los auxilios espirituales y merezca alcanzar los eternos goces. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
6. Responsorio de S. Antonio de Padua.
Tomando la medalla del Santo en la mano se concluye el rosario rezando el Responsorio y Oración de San Antonio.
Si buscas milagros, mira:
Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
El peligro se retira,
Los pobres van remediados;
Cuéntenlo los socorridos,
Díganlo los paduanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Ruega a Cristo por nosotros, Antonio divino y santo, para que dignos así de sus promesas seamos.
7. Rosario a S. Antonio de Padua
El rosario de San Antonio está formado por 39 cuentas distribuidas en 13 grupos de 3 cuentas. Cada grupo de 3 cuentas se inicia con una invocación y a continuación se reza un padrenuestro en la primera cuenta, un avemaría en la segunda y un gloria en la tercera. Concluidos los 13 grupos de cuentas, se finaliza el rosario con el rezo del Responsorio.
Por la señal de la Santa Cruz…
SEÑOR MÍO JESUCRISTO
Señor mio, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocaciones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados,
y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita,
que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte,
y me dareis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio,
hasta el fin de mi vida.
Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Abrid, Señor mis labios para bendecir vuestro Santo nombre y el de vuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María al rezar los Trece Padrenuestros, Avemarías y Glorias en honor de vuestro siervo Antonio, cuyas virtudes deseo, con vuestra gracia, copiar en la tierra, para después gozar de vuestra gloria en el cielo. Amen.
INVOCACIONES
1ª. San Antonio de Padua, apóstol por la Fe, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
2ª. San Antonio de Padua, Patriarca por la Esperanza, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
3ª. San Antonio de Padua, serafín por la Caridad, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
4ª. San Antonio de Padua, que practicasteis la Mansedumbre y la Humildad de Jesús, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
5ª. San Antonio de Padua, ángel por la Castidad, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
6ª. San Antonio de Padua, prodigio de Penitencia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
7ª. San Antonio de Padua Espejo de Obediencia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
8ª. San Antonio de Padua, mártir por la Paciencia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
9ª. San Antonio de Padua, querubín por la Oración, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
10ª. San Antonio de Padua, celador de la Justicia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
11ª. San Antonio de Padua, dechado de Templanza, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
12ª. San Antonio de Padua, perla de Pobreza, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
13ª. San Antonio de Padua modelo de Constancia, ruega por nosotros. Padrenuestro, avemaría y gloria.
LAS TRES AVEMARÍAS
1ª. Virgen purísima antes del parto, ruega por nosotros. Avemaría.
2ª Virgen purísima en el parto, ruega por nosotros. Avemaría.
3ª. Virgen purísima después del parto, ruega por nosotros. Avemaría.
RESPONSORIO DE SAN ANTONIO
Tomando la medalla del Santo en la mano se concluye el rosario rezando el Responsorio y Oración de San Antonio.
Si buscas milagros, mira:
Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
El peligro se retira,
Los pobres van remediados;
Cuéntenlo los socorridos,
Díganlo los paduanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Ruega a Cristo por nosotros, Antonio divino y santo, para que dignos así de sus promesas seamos.
ORACIÓN FINAL
Haced, oh Señor, que la intercesión de vuestro Confesor San Antonio, llene de alegría a vuestra Iglesia, para que siempre sea protegida con los auxilios espirituales y merezca alcanzar los eternos gozos. Por Cristo, nuestro Señor. Amen.
8. Letanías de S. Antonio de Padua.
Señor ten piedad.
Cristo ten piedad.
Señor ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Santa María, ruega por nosotros.
San Francisco, San Antonio de Padua gloria de la orden de frailes menores, mártir en el deseo de morir por Cristo, Columna de la Iglesia, Digno sacerdote de Dios, Predicador apostólico, Maestro de la verdad, Vencedor de herejes, Terror de los demonios,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los necesitados,
Guía de los extraviados,
Restaurador de las cosas perdidas,
Intercesor escogido,
Constante obrador de milagros,
Sé propicio, perdónanos, Señor,
Sé propicio, escúchanos, Señor,
De todo mal, líbranos, Señor,
De todo pecado,
De todo peligro de alma y cuerpo,
De los lazos del demonio,
De la peste, hambre y guerra,
De la muerte eterna,
Por los méritos de San Antonio,
Por su celo en la conversión de los pecadores,
Por su deseo de la corona del martirio,
Por sus fatigas y trabajos,
Por su predicación y doctrina,
Por sus lagrimas de penitencia,
Por su paciencia y humildad,
Por su gloriosa muerte,
Por sus numerosos prodigios,
En el día del juicio, Nosotros pecadores, te rogamos, óyenos,
Que nos guíes por caminos de verdadera penitencia,
Que nos concedas paciencia en los sufrimientos,
Que nos asistas en las necesidades,
Que oigas nuestras oraciones y peticiones,
Que enciendas en nosotros el fuego de tu amor,
Que nos concedas la protección y la intercesión de San Antonio, Hijo de Dios,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

V. Ruega por nosotros oh bienaventurado San Antonio, R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo. Oremos: Dios
Todopoderoso y eterno, Glorificaste a tu fiel confesor Antonio con el don constante de hacer milagros. Concédenos que cuanto pedimos confiadamente por sus méritos estemos ciertos de recibirlo por su intercesión. Te lo pedimos en nombre de Jesús, el Señor.R.  Amen.

9. El Pan de los Pobres de S. Antonio de Padua.
La obra Pan de los pobres o simplemente “Pan de San Antonio” tiene su origen en uno de los muchos prodigios atribuidos a San Antonio, en los años que siguieron a la construcción de su Basílica.
Un niño, dejado solo cerca de un recipiente lleno de agua, cayó dentro y se ahogó.
La madre, desesperada, recurrió a su fe al Santo e hizo el voto de dar a los pobres tanto trigo como pesaba su hijito, si el niño resucitaba (cf. Rigauld, Vita, cap. X, 3). Y así fue.
Nació entonces la devoción llamada “pondus pueri”, el peso del niño, con fines benéficos.
Los padres prometían a San Antonio tanto pan como el peso de sus chiquillos, para que los protegiera de las epidemias y de otros males. La pía práctica disminuyó en la Edad Media y después desapareció.
Solo hacia finales del siglo XIX renació, por mérito principalmente de don Antonio Locatelli, difundiéndose en todo el mundo, hasta el punto de que en muchas iglesias, junto a la imagen o estatua de San Antonio, se encuentra la cajita con el letrero: “Pan de San Antonio”.
La Obra Pan de los Pobres, siguiendo una inspiración de San Antonio, promueve y se hace instrumento de caridad hacia las personas que tienen necesidad. Es una muestra del espíritu franciscano que hace de la marginalidad el lugar privilegiado en el que se manifiesta el amor y la ternura de Dios.

El Pan de los Pobres

A parte de llevar al Niño Jesús en sus brazos, a San Antonio se le representa muy a menudo en diferentes imágenes con un pan en la mano, es el conocido “Pan de los Pobres”.
Durante su vida, nuestro santo compartió sus alimentos con los más necesitados, uno de ellos fue el pan. Se dice que incluso iba a las panaderías de las ciudades que visitaba para que le regalaran pan para los habitantes más pobres.
Este pan que vemos en San Antonio nos indica claramente que también nosotros tenemos que compartir con los que más sufren. En sus sermones, Antonio no se cansaba de invitar a los ricos y poderosos a compartir sus bienes. Aquí hay algunos textos:
“Quienquiera que posea bienes terrenales, retenidos los necesarios para la comida y el vestido, debe darlo a sus hermanos, por quien Cristo murió, si los viere necesarios”.
“Y si no socorre y cierra el corazón al hermano pobre, digo que peca mortalmente, porque no está con él la caridad de Dios; pues si la tuviese, con gusto auxiliaría al hermano pobre”.
“¡Ay de aquellos que poseen depósitos de vino y grano, y dos o tres partes de vestidos, mientras que los pobres de Cristo llaman a las puertas con el estómago vacío o con su cuerpo desnudo!”

BENDICIÓN

Padre de todos,
siempre que te invocamos pedimos
“el pan de cada día”.
Hoy, que honramos a San Antonio,
te presentamos este pan para que lo bendigas.
Que tu bendición
lo convierta en remedio de nuestra hambre,
que sirva para reunir a la familia,
que acalle los gritos de quienes no lo tienen,
que haga generosas nuestras manos,
que fortalezca nuestro esfuerzo y trabajo,
que se multiplique y esté en la mesa de todos,
que nunca lo tiremos,
que no nos avergoncemos de pedirlo,
que lo repartamos con aquella satisfacción
con que lo distribuyeron tus discípulos.
Haz, Señor, que este Pan que bendecimos
nos una a todos en el amor a Ti y a los demás.

En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo
Amén.

10. Trece minutos con S. Antonio de Padua.
Arrodillados ante su imagen (o estampa) le diremos con ternura:
Trece minutos que estaré a tus pies, padre mío San Antonio, para ofrecer mi invocación sentida ante tu imagen milagrosa, de quien tanto espero, pues bien se ve que tú tienes poderosas fuerzas divinas para llegar a Dios. Así lo revelan tus patentes milagros, padre mío San Antonio, pues cuando acudimos a ti en horas de tribulaciones, siempre somos prontamente escuchados.
Hoy que es un día tan grande, llegarán a ti, miles de almas, que son tus fervientes devotos, a pedirte, porque sabemos que nos harás grandes concesiones, poniendo en primer turno a los más necesitados para que reciban tus favores. ¡Qué consolado me siento al entregarte mis penas!
Espero Santo mío me concedas la gracia que deseo y si me la concedes, te prometo contribuir con una limosna para tus niños pobres.
Tres grandes gracias te concedió el Señor; que las cosas perdidas fueran aparecidas, las olvidadas recordadas y las propuestas aceptadas. ¡Cuántos devotos llegarán a ti, diariamente a pedirte alguna de las tres, y tú jamas te niegas a concederlas! ¡Qué llegue hoy a ti lo mío que tan necesitado pone a tus pies éste humilde devoto.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria.
11. Oración breve a S. Antonio de Padua.
Ampárame en esta hora,
¡oh San Antonio amado!
Bajo tu acción bienhechora,
halla alivio el desgraciado.
El enfermo y el desvalido
y el que en la cárcel se ve
son por ti favorecidos
cuando te invocan con fe.
Yo, con toda confianza,
te invoco en esta ocasión,
y vivo con la esperanza
de obtener tu protección.
12. Oración diaria para los devotos de S. Antonio de Padua.
Te saludo San Antonio y me regocijo en los favores que nuestro Señor libremente te ha otorgado. Te recuerdo en especial tu momento de dicha cuando el Divino Niño Jesús condescendió abrazarte con ternura. ¡Oh, que gran felicidad y alegría llenaría tu corazón en esa ocasión! Por esta especial prerrogativa y por la alegría de tu beatifica visión, que ahora le tienes a El cara a cara, te ruego, te suplico y te imploro Oh querido San Antonio, que me ayudes en mis aflicciones, problemas y ansiedades, particularmente concerniente a (aquí menciona tu problema, tu petición). Oh, deja que tu corazón se conmueva para interceder por mí, para escuchar y responderme. Dile al Señor de los deseos y necesidades de tu devoto (a) cliente. Una palabra, una mirada de tu corazón que tanto ama el Niño Jesús, coronara mi éxito y me llenara de alegría y de gratitud. Amén.
San Antonio a quien el Niño Jesús amo y honró, concédeme lo que te pido.
San Antonio, poderoso en palabra y acción, concédeme lo que te pido.
San Antonio, siempre dispuesto a ayudar a los que te invocan, concédeme mi petición. Amén.
V. Ruega por nosotros San Antonio.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oración
Oh Dios, que te dignaste escoger a San Antonio como modelo de todas las virtudes para la bendición de toda la humanidad, y has convertido a muchas almas a través de sus sermones y buen ejemplo, concédeme que por sus méritos e intercesión pueda real y verdaderamente convertirme, renunciar al pecado y a todo deseo de pecar, y hacerme cada vez más y más del agrado de Dios por la practica de la verdadera virtud. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
13. Oración eficaz a S. Antonio de Padua.
Acordaos ¡oh, glorioso San Antonio! amigo del Niño Jesús e hijo querido de María Inmaculada, que jamás se oyó decir que alguno de cuantos han recurrido a vos, implorando vuestra protección, haya sido abandonado. Animado de igual confianza, vengo a vos, ¡oh fiel consolador de los afligidos! y gimiendo bajo el peso de mis pecados me postro a vuestros pies y pecador como soy me atrevo a comparecer delante de vos. No desechéis, pues, mis súplicas, vos que sois tan poderosos cerca del Corazón de Jesús, antes bien, escuchadla favorablemente y dignaos acceder a ella. Amén.
14. Oración infalible a S. Antonio de Padua.
Oh bendito San Antonio, él más gentil de todos los santos, tu amor por Dios y tu caridad por sus criaturas te hicieron merecedor, cuando estabas aquí en la tierra, de poseer poderes milagrosos. Los milagros esperaban tu palabra, que tú estabas siempre dispuesto a hablar por aquellos con problemas o ansiedades. Animado por este pensamiento, te imploro obtengas para mí… (menciona tu petición). La respuesta a mi rezo puede que requiera un milagro, pero aun así tú eres el santo de los milagros.
15. Oración para pedir la intercesión de S. Antonio de Padua.
¡Oh glorioso San Antonio!,
a quien Dios ha elegido como intercesor nuestro
en los apuros y pérdidas de la vida material,
y como protector de los pobres ante los ricos:
protégenos con tu favor en todas las necesidades
y enredos de nuestra vida,
danos sincero amor de los pobres,
mucha confianza en Dios
y alto aprecio de la vida eterna,
a la cual se ordena toda la vida temporal.
Especialmente suplicamos tu intercesión en este favor que te pedimos.
16. Oración por los pobres a S. Antonio de Padua.
Altísimo y Sapientísimo Señor del mundo, de los cielos y de la tierra, que todo lo conoces y todo lo gobiernas suave y fuertemente; excelentísimo Creador de cielos y tierra, que muestras la grandeza de tu poder en las cosas grandes y la perfección de tu gobierno en las cosas pequeñas; vigilantísimo Gobernador del universo, sin cuya anuencia no cae ni un cabello de nuestra cabeza, ni una hoja de nuestros árboles; bondadosísimo Dueño, que vistes de espléndidas galas a las hierbas del campo y das de comer a las aves del cielo; amantísimo Padre, que para que los ricos den su pan a los pobres, los estimulas con tus palabras, los amenazas con tus enemistades y les premias sus caridades con innumerables favores, unas veces advertidos y otras inadvertidos: te suplicamos que atiendas a los ruegos que te dirigimos por medio de tu siervo San Antonio, para que tengas providencia de nosotros para nuestro bien, nos concedas todas las gracias temporales que nos convengan y, sobre todo ordenes nuestra vida, conforme a toda caridad contigo y con tus pobres, para salvación y santificación de nuestras almas.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.