“La alegría de ser familia”: un encuentro festivo de novios, matrimonios, hijos y abuelos para fortalecer la pastoral familiar
- Monseñor Barrio y su obispo auxiliar, presentes en el encuentro de este sábado, en el que destacó la asistencia de numerosos niños
- El arzobispo dijo que la prosa de la vida diaria se hace poesía en la familia
Más de ciento cincuenta personas se dieron cita este sábado día 21 de septiembre en el Seminario Menor de Santiago para participar en el I Encuentro Diocesano de novios, matrimonios, hijos y abuelos organizado por la Archidiócesis compostelana a través de la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar. Familias que se hicieron notar por la presencia numerosa de sus hijos y por la alegría que mostraron a lo largo de toda la jornada. El encuentro se inició con una oración y una pequeña intervención del arzobispo, monseñor Julián Barrio, quien agradeció la presencia de los matrimonios y, sobre todo, la asistencia de los niños. D. Julián manifestó sentirse alegre por este acontecimiento, “porque sois familias que sabéis a dónde vais”. La acogida del arzobispo era hacer presente en el encuentro “La alegría de ser familia”, el lema de la jornada.
Por su parte, el obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández, promotor de esta iniciativa, tuvo una intervención en la sesión de la mañana en la que pidió a los matrimonios dar gracias a Dios por el don del amor y de la familia, pidió responsabilidad para hacerlos crecer y demandó ser conscientes de vivir en y desde la Iglesia para servir a la familia. Monseñor Fernández González reflexionó sobre las etapas por las que pasa el amor humano: noviazgo, matrimonio y familia. Y explicó cuál es la apuesta de la Archidiócesis de Santiago para fortalecer la pastoral familiar, que pasa primeramente por formar a los jóvenes en la importancia de la vocación al matrimonio, por la preparación de los novios a su compromiso esponsal y por el acompañamiento de los matrimonios jóvenes.
Al finalizar su intervención, los asistentes se dividieron en grupos para compartir los testimonios que distintas personas dieron para novios, matrimonios y parejas jóvenes. En ellos, como había dicho monseñor Barrio al inicio del encuentro se palpaba la prosa de la vida diaria hecha poesía en el ámbito de la familia que busca no herir el corazón de nadie.
Un mago misionero
Como hecho a destacar, y una de las novedades del Encuentro Diocesano de novios, matrimonios, hijos y abuelos, estaba la presencia de un grupo de sordos, que contaron con el apoyo de una intérprete de lengua de signos española. Con este gesto, la Iglesia diocesana quería simbolizar su cercanía a estas personas a fin de conseguir su plena integración eclesial y social, reconociendo así el trabajo que ya se desarrolla en la Pastoral del Sordo.
El tiempo y espacio lúdico del encuentro, del que disfrutaron especialmente los más pequeños, fue la actuación del mago Alexis. Alexis es un mago de profesión que proviene de una familia mejicana que se dedica al espectáculo y animación. Cuenta con una Licenciatura en Teatro por la Universidad Veracruzana, ha participado en 15 congresos de magia, ilusionismo y prestidigitación y ha sido galardonado con el Primer Lugar Internacional en “Magia de escenario” Toque Mágico Teotihuacán (2009). Descubrió que con su profesión puede llegar a muchos y por ende hacer de ello también una fuente de evangelización, surgiendo así el número de Magia Evangelizadora.
Una actuación muy aplaudida y que fue seguida con total atención por todos los participantes en el encuentro.
La jornada se cerró con la Eucaristía que presidió el arzobispo, una ceremonia llena de símbolos, como los carteles dibujados por los niños en sus talleres de la mañana y presentados junto a las ofrendas del pan y del vino; el recuerdo a las mujeres asesinadas en Valga y la oración por su familia; o la acción de gracias por las parejas de novios que se presentaron ante el arzobispo como imagen del futuro de la sociedad y de la propia Iglesia.
En su homilía, el arzobispo indicó que daba “gracias a Dios por el don de las familias” y dijo que pedía “de manera especial por las que están pasando por momentos difíciles”. Además, saludó “con afecto a los abuelos, a los novios, a los esposos, a los jóvenes y a los niños, sabiendo que la Iglesia es familia y que la familia es iglesia doméstica que testimonia “la alegría de ser familia”.
“Ser familia y actuar en familia”, añadió D. Julián, “implica gestar día a día la acogida y la convivencia, abrir las puertas al perdón y a la reconciliación, querer y optar por dignificar la vida en todo ser humano, viviendo la existencia cotidiana desde la perspectiva de Dios que es familia y quiso hacer del propio hogar “un santuario”. La vida familiar con sus luces y sombras, sus alegrías y sufrimientos, sus sorpresas y rutinas, está bendecida por Dios. La familia es uno de los ámbitos donde más profundamente está incidiendo el cambio sociocultural que le está afectando en la experiencia religiosa compartida y en la primera transmisión de la fe a los hijos, reto para la nueva evangelización. Respetar la singularidad de los miembros de la familia, encarnar la reciprocidad en la dignidad del hombre y la mujer y vivir en la unidad solidaria del amor como signo de la Nueva Alianza entre Cristo y la Iglesia ayuda a discernir la cercanía o lejanía de cada familia en relación al ideal cristiano”.
El arzobispo recordó que “también hoy se está negociando astutamente con la familia, no apoyándola como se debería y acosándola con una legislación que la está minando indirectamente. Es un fraude a la familia contra los planes de Dios. “Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz”. Es necesaria la astucia del administrador infiel (en referencia a la lectura del Evangelio) y la prontitud del capitán del barco que en medio de la tempestad no se para a pensar si tiene que salvar a las personas o las cosas que lleva sino que inmediatamente tira por la borda las cosas y salva a las personas”.
Monseñor Barrio pidió a todos los presentes no dejar “a Dios fuera de la familia”; rogó a los esposos ser “misericordiosos con las debilidades mutuas” y con “vuestros hijos”; alentó a los novios a “recordar siempre que la grandeza del amor es entregarse por completo al otro”; invitó a los jóvenes a estar cerca de Cristo, para así “beber del verdadero manantial que mantiene vivos vuestros sueños, vuestros proyectos, vuestros grandes ideales, y os lanza al anuncio de la vida que vale la pena”; dijo que los niños nos enseñan a ver que las cosas se pueden hacer de otra manera; y alabó el papel de los abuelos, porque “tenéis la misión de testimoniar los valores que cuentan de verdad, más allá de las apariencias, y que permanecen para siempre porque están inscritos en el corazón de todo ser humano y garantizados por la palabra de Dios”.