Este lunes día 23 finalizó en Pontevedra la serie de presentaciones que se ha hecho por Vicarías del Programa Pastoral Diocesano para 2019/20. Con anterioridad, el obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández González, había presentado el programa en A Coruña y en Santiago de Compostela. “Para el próximo curso nos proponemos como objetivo general la regeneración de las comunidades,  especialmente a través del ejercicio de la sinodalidad y de la corresponsabilidad en la acción caritativa y social”. Así lo indicaba en una carta remitida a los sacerdotes y diáconos el obispo auxiliar, quien en un encuentro hace semanas con vicarios y delegados diocesanos les recordaba la Carta Pastoral escrita por el arzobispo, monseñor Julián Barrio, como prólogo al nuevo curso pastoral, en la que alude a la importancia del papel corresponsable de los laicos en la vida de las parroquias y en la acción caritativa y social, el eje sobre el que girará este curso pastoral. En ese texto, glosó el obispo auxiliar, el arzobispo compostelano indica que los laicos están llamados a dar un fuerte impulso a la evangelización.

En la Carta Pastoral, el arzobispo monseñor Julián Barrio asegura que “en el itinerario formativo se ha de buscar el objetivo de construir “comunidades eclesiales maduras; comunidades de fe confesada en la adhesión a la Palabra de Dios, celebrada en los sacramentos y vivida en la caridad como alma de la existencia moral cristiana. Por otra parte, no puede olvidarse que el laico cristiano ha de crecer interiormente en el itinerario progresivo de santidad. Esto exige una formación íntegra, sistemática, integradora; una formación liberadora en la que entra de lleno la espiritualidad, el cuidado de la fe personal y de la oración contemplativa y comunitaria que ha de tener un lugar preeminente. Una formación para la misión: evangelizar en la calle con una vida coherente, en el diálogo, en la escuela, con el servicio, con la verdad, con experiencia de Dios”.

Don Julián afirmaba, además, que “hay que pasar del laico consumidor de actividades eclesiásticas a un laicado cooperador en la misión evangelizadora de la Iglesia en toda su plenitud, evitando el peligro del clericalismo que lleva a funcionalizar el laicado y a diluir la gracia bautismal. Esto nos exige preguntarnos qué lugar ocupa el apostolado seglar en nuestra iglesia diocesana, cómo llevar adelante e impulsar la acción de los laicos en aquellas experiencias fundamentales como son la familia, la educación, el mundo del trabajo, la presencia en la vida pública. Es la hora del discernimiento preguntándonos qué nos pide el Señor, qué caminos seguir para hacerle presente en medio del mundo. En este sentido hemos de poner el acento en los jóvenes siguiendo el camino del Sínodo sobre los Jóvenes. Los jóvenes están llamados a ser protagonistas en la evangelización. La caridad hace creíble el Evangelio”.