¿Por qué se impone la ceniza al empezar la Cuaresma?
Significado y origen del Miércoles de Ceniza
El Miércoles de Ceniza, empiezamos la Cuaresma con un gesto muy gráfico, la imposición de la ceniza: el sacerdote traza una cruz sobre la frente de la persona al tiempo que le dice: “Conviértete y cree en el Evangelio”. ¿De dónde viene ese rito y qué significa?
La imposición de la ceniza se practica en la Iglesia católica desde sus orígenes y recoge la tradición judía de cubrirse con cenizas para manifestar arrepentimiento.
Según las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María (SCTJM), ese gesto recuerda una antigua tradición del pueblo hebreo: cuando se sabían en pecado o cuando se querían preparar para una fiesta importante en la que debían estar purificados, se cubrían de cenizas y vestían con un saco de tela áspera.
Al inicio del cristianismo se imponía la ceniza especialmente a los llamados “penitentes“, pecadores públicos que habían roto con la comunión eclesial por sus graves pecados y arrepentidos se preparaban durante la Cuaresma para recibir la reconciliación.
En la Edad Media, concretamente en el siglo XI, el signo se extendió a todos los cristianos en el Miércoles de Ceniza, día en que empieza la Cuaresma, un tiempo de conversión que precede a la Semana Santa y dura hasta el Domingo de Ramos.
Hace algunos años, la frase que acompañaba el signo de la cruz era muy elocuente: “Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”, decía el sacerdote.
Al hacer la señal de la cruz con la ceniza, nos reconocemos pequeños (“humildad” viene de “humus”, tierra), pecadores y necesitados de perdón.
La ceniza recuerda que Dios formó al hombre con polvo de la tierra (Gen 2,7), a la que volveremos (Gn 3,19). En Job (Jb 42,6) la ceniza simboliza dolor y penitencia. La ceniza nos recuerda gráficamente la fragilidad de esta vida.
Por encima de todo ello, sin embargo, el Miércoles de Ceniza es una llamada a la conversión, a cambiar y a creer en el Evangelio, como persona, como comunidad y como Iglesia.
El antiguo rito oriental empleaba la ceniza, resto de una combustión, para significar la fugacidad de la vida. Actualmente las cenizas se obtienen al quemar las palmas (en general de olivo) que se bendijeron el anterior Domingo de Ramos.
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar en la misa del Miércoles de Ceniza, después de la homilía. En circunstancias especiales, por ejemplo, cuando no hay sacerdote, se puede hacer sin misa, pero siempre dentro de una celebración de la Palabra.
Las cenizas son un sacramental, es decir, un signo que prepara para recibir la gracia y dispone a cooperar con ella. Junto a ese signo, los católicos viven el ayuno y la abstinencia el Miércoles de Ceniza.