Como todos los primeros jueves de mes, el día 7 de octubre tendremos oración ante Jesús Sacramentado de 20’30 a 22’00 hs.

 

Oración de Santo Tomás de Aquino

“Te doy gracias, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, porque, aunque soy un siervo pecador y sin mérito alguno, has querido alimentarme misericordiosamente con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Que esta sagrada comunión no vaya a ser para mí ocasión de castigo, sino causa de perdón y salvación. Que sea para mí armadura de fe, escudo de buena voluntad; que me libre de todos mis vicios y me ayude a superar mis pasiones desordenadas; que aumente mi caridad y mi paciencia, mi obediencia y mi humildad y mi capacidad para hacer el bien. Que sea defensa inexpugnable contra todos mis enemigos, visibles e invisibles, y guía de todos mis impulsos y deseos. Que me una más íntimamente a ti, el único y verdadero Dios, y me conduzca con seguridad al banquete del cielo, donde tú, con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable y felicidad perfecta. Por Cristo, nuestro Señor. Amén”

 

Preparación a la Misa y la Comunión

“Dios eterno y todopoderoso, me acerco al sacramento de tu Hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo, como se acerca al médico el enfermo, el pecador a la fuente de misericordia, el ciego al resplandor de la luz eterna y el pobre e indigente al Dios del cielo y de la tierra. Muéstrame, Señor, tu bondad infinita v cura mis debilidades, borra las manchas de mis pecados, ilumina mi ceguera, enriquece mi indigencia y viste mi desnudez, a fin de que pueda yo recibir, en el Pan de los ángeles, al Rey de los reyes y Señor de los señores, con toda la humildad y la reverencia, el arrepentimiento y el amor, la pureza, la fe y el deseo que son necesarios para la salvación de mi alma. Haz, Señor, que no sólo reciba yo el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, sino también la fuerza que otorga el Sacramento, y que con tal amor reciba yo el Cuerpo que tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, recibió de la Virgen María, que quede yo incorporado a su Cuerpo místico y pueda ser contado como uno de sus miembros. Concédeme, Padre lleno de amor, llegar a contemplar al término de esta vida, cara a cara y para siempre, a tu amado Hijo, Jesucristo, a quien voy a recibir hoy, oculto en este sacramento. Por el mismo Cristo nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”.

 

Consagración al Corazón de Jesús

¡Oh Corazón adorable de Jesús, el más dulce, el más amable y el más generoso de todos los corazones, que te consumes de amor en este altar, rodeado de los ángeles que temblando te adoran! Lleno de reconocimiento y de dolor, a la vista de tus beneficios y de la ingratitud de los hombres, vengo a consagrarme a Ti sin reserva y para siempre, como una víctima cargada con mis pecados y los de mis hermanos, y en particular los que tienen por objeto las injurias con que has sido agraviado en el Sacramento de tu amor. Quiero expiarlos con mi penitencia y mi fervor, a fin de satisfacer a tu amor ofendido y reparar tu gloria. Quiero emplear mi vida en propagar tu culto, y en ganar, si pudiese, todos los corazones en obsequio de tu amor. De aquí en adelante serás mi refugio en mis penas, mi luz, mi esperanza, mi fortaleza, mi consuelo y mi todo. A Ti solo ofreceré mis acciones, mis oraciones y mis lágrimas: tus sentimientos y deseos serán la regla de mi conducta. Siguiéndolos caminaré siempre por las sendas de la justicia y de la paz. Recibe mi corazón, Jesús mío, o mejor dicho tómalo tú mismo; cámbialo, para hacerlo digno de Ti; hazlo humilde, dulce y generoso como el tuyo, abrasándolo en tu amor. Escóndelo en tu Corazón, uniéndolo al Corazón Inmaculado de María, para que nunca vuelva a tomarlo. Antes morir que volver a ofender ni disgustar tu Corazón adorable. Quiero en la vida, en la muerte y en la eternidad ser todo de tu amor. Amén.

 

Acto de fe

Jesús, verdad eterna, creo que estás realmente presente en la Eucaristía, con tu cuerpo, sangre, alma y divinidad. Oigo tu invitación: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo». «Tomad y comed; esto es mi Cuerpo». Creo, Señor y Maestro, pero aumenta mi débil fe.

 

Acto de esperanza

Jesús, único camino de salvación; tú me invitas diciéndome: «Aprended de mí»… y, sin embargo, ¡qué poco me asemejo a ti! Señor, no soy digno de que entres en mi casa; pero una palabra tuya bastará para sanarme. Tú, Jesús, complaciste al Padre; eres mi modelo. Atráeme a ti y dame la gracia de imitarte, especialmente en la virtud que más necesito.