En una celebración en la Plaza de San Pedro en la Santa Sede realizada el pasado domingo 15 de mayo, el Papa Francisco proclamó 10 nuevos santos de la Iglesia Católica. Miles de personas participaron junto a numerosas autoridades civiles y eclesiásticas.

¿Quiénes son los nuevos santos?

Los nuevos santos canonizados de la Iglesia Católica son:

María de Jesús Santocanale es la fundadora de la Congregación de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes. Nació en 1852 en Palermo (Italia) y murió en 1923 en Cinisi (Italia).

Marie Rivier religiosa francesa, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María.

Maria Francesca di Gesù (nacida Anna Maria Rubatto), fundadora de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano, quien nació en Carmagnola (Italia) y falleció en Montevideo (Uruguay).

María Domenica Mantovani, cofundadora y primera superiora general del Instituto de las Hermanitas de la Sagrada Familia.

Charles de Foucauld, sacerdote diocesano francés, fundador de diez congregaciones religiosas, ocho asociaciones de vida espiritual han surgido de su testimonio y carisma.

Tito Brandsma nació en Países Bajos en 1881, entró en la orden de los frailes Carmelitas y se ordenó sacerdote en 1905. Este sacerdote carmelita fue asesinado en el campo de concentración de Dauchau (Alemania) por oponerse al régimen nazi.

Lázaro, llamado Devasahayam, laico, mártir, que nació en el siglo XVIII en la aldea de Nattalam (India) y fue asesinado, por odio a la fe, en Aralvaimozhy (India).

César de Bus, sacerdote, fundador de la Congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana (Doctrinarios), que nació el 3 de febrero de 1544 en Cavaillon (Francia) y falleció el 15 de abril de 1607 en Avignon (Francia).

Luigi Maria Palazzolo, sacerdote, fundador del Instituto de las Hermanas de los Pobres (Instituto Palazzolo).

Giustino María Russolillo, sacerdote, fundador de la Sociedad de las Divinas Vocaciones y de la Congregación de las Hermanas de las Divinas Vocaciones.

 

 

Homilía del Papa Francisco

 

En su homilía, el Papa Francisco recordó que todos estamos llamados «a servir al Evangelio y a los hermanos y a ofrecer nuestra propia vida desinteresadamente, sin buscar ninguna gloria mundana», siempre orientados a «servir y dar la vida» y explicó que «servir significa no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y la carcoma de la autorreferencialidad, compartir los carismas y los dones que Dios nos ha dado».

El Papa invitó a todos a preguntarnos qué hacemos por los demás y a vivir «las cosas ordinarias de cada día con espíritu de servicio, con amor y silenciosamente, sin reivindicar nada.

A imitación de los santos canonizados, el Papa explicó que dar la vida no se limitaba solo a «ofrecer algo, como por ejemplo dar algunos bienes propios a los demás», sino también a «darse uno mismo» y invitó a «tocar y mirar la carne de Cristo que sufre en nuestros hermanos, es muy importante».

«La santidad no está́ hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano. ¿Eres consagrada o consagrado? Hay muchos aquí. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador, una mujer trabajadora? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos y luchando por la justicia de tus colegas, para que no se queden sin trabajo, para que tengan siempre un sueldo justo. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús», afirmó el Papa.

El Papa también se dirigió a las autoridades presentes y exhortó: «dime, ¿tienes autoridad? Y aquí hay mucha gente que tiene autoridad, me pregunto: ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando a favor del bien común y renunciando a tus intereses personales. Este es el camino de la santidad, así de simple, siempre mirar a Jesús en los otros».

«Nuestros compañeros de viaje, hoy canonizados, vivieron la santidad de este modo: se desgastaron por el Evangelio abrazando con entusiasmo su vocación -de sacerdote, de consagrada, de laico-, se desgastaron por el Evangelio, descubrieron una alegría sin igual y se convirtieron en reflejos luminosos del Señor en la historia. Esto es un santo o una santa, un reflejo luminoso del Señor en la historia, afirmó.

A continuación, el Papa invitó a todos a perseguir la santidad: «Intentémoslo también nosotros, no está cerrado el camino hacia la Santidad, es universal, es una llamada para todos nosotros y comienza con el Bautismo, no está cerrado, porque todos estamos llamados a la santidad, a una santidad única e irrepetible».

«La santidad es siempre original, como decía el Beato Carlo Acutis, no hay santidad de fotocopia, la santidad es original, es la mía, la tuya, la de cada uno de nosotros. Es única e irrepetible. Sí, el Señor tiene un proyecto de amor para cada uno, tiene un sueño para tu vida. Acógelo. ¿Qué quieren que les diga? Llévenlo adelante con alegría».