Las instrucciones de Jesús sobre la misión, en Marcos y Mateo se dirigen a los Doce, en Lucas se encuentran en dos discursos, el primero a los Doce (9, 1) y el segundo a los setenta y dos. El número recuerda a las setenta naciones paganas mencionadas en el Génesis (setenta y dos en la versión griega): lo que significa que la misión no se limita al pueblo de Israel, sino que llegará “hasta el confín de la tierra”, como dirá Jesús antes de su ascensión.

También puede referirse a los setenta ancianos que Dios pidió a Moisés que eligiera para ayudarle en el gobierno del pueblo, a los que más tarde se añadieron otros dos, lo que subraya que su misión tiene un origen divino.

Las acciones y palabras de Jesús definen al discípulo y la misión. Los envía de dos en dos: su hermandad es esencial, no van solos, para apoyarse mutuamente. Los envía delante de él: su papel es abrir el camino, son precursores, como el Bautista. La primera tarea que les encomienda es rezar al dueño de la mies para que envíe obreros. Tampoco el dueño de la mies quiere actuar solo: involucra a sus obreros en la llamada de otros obreros, con su oración. Les advierte de que serán como corderos en medio de lobos.

Sin embargo, les exhorta a ir sin equipaje. Pero antes de su pasión, les dirá: “Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?”. Dijeron: “Nada”“Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo mismo la alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una”. Significa que aquel consejo concreto no era válido en todas las circunstancias. En cambio, la exhortación al desprendimiento es válida para siempre.

El primer regalo que traen de parte de Jesús es la paz, y les recomienda guardarla para sí en caso de que no fuera recibida. Luego tiene que curar a los enfermos. Solo en tercer lugar pueden proclamar que el reino está cerca. Es bueno que reciban su sustento, pero no deben ir de casa en casa como para hacer propaganda o crear un grupo de opinión o poder.

Lucas está muy atento al desprendimiento de los discípulos de la ambición mundana: por dos veces escribe que Jesús dice a los Doce que la autoridad es servicio, y es el único evangelista que recoge estas palabras suyas: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: Somos siervos inútiles. Hemos hecho todo lo que teníamos que hacer”.

Con esta preparación, los discípulos van y someten incluso a los demonios. Jesús ve a Satanás caer como un rayo. Regresan llenos de alegría, y Jesús les asegura que nada podrá hacerles daño. Pero les indica que no se alegren por el resultado, sino porque han sido elegidos por Dios y tienen prometida su eterna gratitud.