Junaid tenía un discípulo al que prefería sobre todos los demás, lo que suscitó los celos de los otros discípulos: Junaid -que conocía los corazones- se dio cuenta de ello.

– Os es superior en cortesía y en inteligencia, les dijo. Hagamos una experiencia para que vosotros también lo comprendáis.

Junaid ordenó entonces que le trajeran veinte pájaros y les dijo a los discípulos:

– Que cada uno coja un pájaro, se lo lleve a un lugar en el que nadie lo vea, lo mate y me lo traiga luego.

Todos los discípulos se fueron, mataron a los pájaros y los volvieron a traer. Todos… excepto el discípulo favorito, que le devolvió vivo el pájaro.

– ¿Por qué no lo has matado?, preguntó Junaid.

– Porque el maestro ha dicho que tenía que hacerse en un lugar en el que nadie pudiese vernos, respondió el discípulo. Pues bien, en todas partes a donde he ido, Dios estaba viendo.

– ¿Veis el grado de su comprensión? -exclamó Junaid. Ninguno de vosotros se había percatado de ello.

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Si nos hubieran preguntado a nosotros, probablemente habríamos matado al pájaro. ¡En cuántas ocasiones nos creemos que nadie nos ve y es entonces cuando hacemos cosas que a Dios disgusta! Dios, aunque no lo sintamos, siempre está junto nosotros. Esa debería ser razón más que suficiente para cambiar nuestro modo de actuar.

Hay una práctica de la vida espiritual que se llama “vivir la presencia de Dios durante el día”. Consiste precisamente en tomar conciencia de que en cualquier acción que hagamos: estudiar, lavar, trabajar, pasear, ver la tele, Dios siempre está presente. Si tuviéramos a Dios más presente en nuestras vidas, seguro que seríamos mejores.

En el caso del cuento la diferencia fue que ese pajarito siguió viviendo, pues Dios veía lo que estaba haciendo: ¡cuántos pecados podríamos evitar y cuántas cosas buenas hacer, si recordáramos esa verdad! Como nos dice el catecismo: Dios está en los cielos, en la tierra y en todas partes. O esta otra frase, dicha por San Agustín: “Dios se deja ver cuando hay silencio en tu interior”. Quizás sea por eso por lo que tan pocas personas lo ven.