San José es un gran santo porque siempre estuvo dispuesto a responder a los desafíos de Dios. Utilizando una imagen del mundo del tenis, José siempre estaba dispuesto a responder a cualquier saque que la vida le lanzara. Y cada desafío le llevaba a una mayor fidelidad.

El Evangelio de la solemnidad de hoy -una fiesta que nos llena de tanta alegría y nos anima a renovar nuestra propia vocación- nos muestra a José teniendo que enfrentarse a uno de los mayores desafíos que cualquiera puede afrontar: la idea de perder al amor de su vida. Y su angustia era aún mayor porque se enfrentaba a una situación angustiosa sin saber cómo se había producido. María estaba embarazada, pero ¿cómo? Se han propuesto numerosas teorías sobre lo que José podría haber estado pensando, pero el punto clave es que su prioridad no es avergonzar a María. ¿No es asombroso que el primer episodio que encontramos en los evangelios cristianos trate de un hombre que intenta no avergonzar a una mujer? Hay aquí grandes lecciones, sobre todo para nosotros los hombres. Los evangelios son mucho más “feministas” de lo que pensamos.

Así que decidió poner fin a los esponsales de la forma más discreta posible. Mientras pensaba en esto, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: “José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. ¿Qué está diciendo aquí el ángel? Le está diciendo a san José (y a nosotros a través de él): no tengas miedo de seguir tu vocación. Una vocación que para san José fue tanto el matrimonio como el celibato, como lo fue para Nuestra Señora. María y José vivieron ambas vocaciones y, por tanto, son modelos tanto para los casados como para los célibes.

El ángel le dice a José: no tengas miedo de vivir tu vocación sabiendo que esto te supera totalmente, que Dios ha intervenido, que entras en una situación en la que eres totalmente inadecuado, que te lleva mucho más allá de los planes limitados -aunque perfectamente legítimos- que habías hecho (“lo concebido en ella es del Espíritu Santo”).

No tengas miedo de entrar en una situación en la que el Espíritu Santo hace cosas que no entiendes, te pide un nivel de amor que nunca esperaste, incluso un nivel totalmente nuevo de pureza y refinamiento. No tenga miedo de permitir que el Espíritu Santo complique su vida con la entrada de Dios hecho hombre en ella. Dios irrumpió en su vida de un modo totalmente nuevo, como irrumpe en la nuestra. Para la mayoría de nosotros es una llamada al matrimonio, algunos estamos llamados al celibato.

La fiesta de hoy nos desafía a considerar cómo respondemos a los planes de Dios, lo que a menudo significa cambiar los nuestros, conscientes de que esos planes también pueden llegarnos a través de intermediarios, igual que los planes de Dios llegaron a José a través de un ángel.