Hoja Dominical Semanal nº 3 / 22 de noviembre de 2020
Parroquia de San Antonio
Se cuenta que una vez, en Inglaterra, había una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una en donde vendían vajillas antiguas. En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita.
En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar. La tacita le comentó:
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Igual pasa con nosotros. Si damos permiso a Dios para que nos vaya modelando a lo largo de nuestra vida, tendremos que pasar por muchos momentos parecidos.
Modelar a una persona es mucho más difícil que trabajar el barro; pues el barro se deja, pero al hombre le cuesta. El trabajo de Dios durará toda una vida; pero, si somos valientes y no ponemos muchos obstáculos, Dios los irá venciendo poco a poco hasta que al final seamos una “obra maestra” a los ojos de Dios.
Dios nunca nos va a obligar a que vivamos algo que no podamos soportar ni tampoco permitirá que seamos probados por encima de nuestras fuerzas.
Así pues, si queremos que Dios modele un santo en cada uno de nosotros, tendremos que ser dóciles, humildes, valientes, confiados…; en una palabra, deberemos dejarnos trabajar. En los momentos duros, recordemos que nunca seremos probados por encima de nuestras fuerzas y que Dios es capaz de enderezar hasta el camino más tortuoso y curvado, pues para Dios nada hay imposible.
Así pues, cuando estemos en los momentos bajos de la vida, escuchemos lo que nos dice el Señor: “¡aguanta un poco más, todavía no es tiempo!” Y, después, dejémosle hacer. Llegará un momento en el que la obra ya estará acabada o casi acabada y entonces el Señor pondrá un espejo delante de nosotros para que podamos comprobar las maravillas que había hecho con nuestra torpe vida. En el fondo, esa es la historia de la vida de cualquier santo que tú y yo conocemos.