Organizados en los grupos que han formado las diócesis son 540, pero resulta imposible calcular el total de los jóvenes gallegos que han puesto rumbo a Portugal por su cuenta o en pequeños colectivos para disfrutar de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Un evento en el que se esperan cerca de medio millón de personas desde hoy hasta el domingo y que tendrá su punto álgido a partir del miércoles con la presencia del papa Francisco, primero en Fátima y luego en la propia capital. Solo de España acuden 75.000 jóvenes —también 71 obispos— que parecen dispuestos a hacerse notar, tal como señala el responsable de infancia y juventud de la Conferencia Episcopal, Arturo Ros. «Vamos a batir récord de presencia porque nuestros jóvenes son muy grandes», celebra el también obispo auxiliar de Valencia.

El planteamiento del viaje y el camino que cada uno recorre antes de concentrarse todos en los actos de Lisboa es de lo más dispar. Daniel Turnes, párroco de Vimianzo y arcipreste de Soneira, está de encargado de un autobús con unos 50 chavales que forman parte de un grupo de unos 200. Tan solo siete de ellos son de su parroquia y únicamente dos repiten porque ya estuvieron en Cracovia en el 2016. Para el resto es su primera JMJ y para Turnes, aunque ya lleva seis, es quizás la más especial, por la cercanía que facilita la afluencia y por el ambiente que ha palpado.

«Para ir só de farra está o Tomorrowland e para rezar o rosario, Fátima; isto son as dúas cousas xuntas»

Su programación es para 15 días. De ahí que no todos los interesados pudiesen sumarse y algunos se tengan que conformar con hacer por su cuenta escapadas más breves. Arrancaron ya el martes pasado y estos días los han pasado en la zona de Aveiro, alojados en casas particulares. Nada que ver con la estancia en un hotel, albergue o pabellón polideportivo, que es lo que le espera ahora en Lisboa, donde una gran parte de los asistentes ya cuenta con dormir al raso. Hay que tener en cuenta que la capital portuguesa apenas supera el medio millón de habitantes y esto supone prácticamente doblar su población.

«Estivemos con xente que te acolle sen saber nada de ti, simplemente porque es un bautizado máis coma eles», explica Turnes, que se deshace en elogios hacia sus anfitriones y la comida que les ofrecieron, porque «parece que todos os días eran día da festa». A los chavales ya les ha dicho que ahora en Lisboa se vayan olvidando del agua caliente y que se preparen para el lecho en suelo duro. Unos hándicaps que les preocupan más bien poco. En realidad, ahora su principal desvelo, al margen de instalarse en los polideportivos, consiste en decidir qué hacen a través de la aplicación específica lanzada para la JMJ. Deben elegir entre los cientos y cientos de actividades programadas que aúnan lo musical, con lo deportivo, lo espiritual y, sobre todo, el ambiente festivo.

«Para ir só de farra está o Tomorrowland e para ir só rezar o rosario está Fátima e isto é todo xunto», resume Turnes, que, al igual que los 205 jóvenes de la Diócesis de Santiago de Compostela a los que acompaña, tiene claro «que lo espiritual no está chocado con lo festivo» en ningún caso.

Y fiesta desde luego no les va a faltar, porque la programación específica de la delegación española contiene bastante de eso. Ya empezaron ayer en Estoril donde se dieron cita 37.375 chicos y chicas procedentes de 67 diócesis, 32 congregaciones y 11 movimientos religiosos tanto nacionales como internacionales.

Nacho Cano

El acto religioso central de los españoles ayer por la tarde fue la eucaristía oficiada por el cardenal Juan José Omella junto a 64 obispos y más de 900 sacerdotes. Pero justo a continuación empezaba el festival Caminos de Juventud, con artistas como Toño CasadoGrilexDJ Abraham, o La Voz del Desierto. Uno de los platos fuertes, previsto para ya entrada la noche, era la actuación del compositor Nacho Cano, director del musical Malinche, que tenía planeado interpretar un par de temas de esta obra junto a otra treintena de cantantes.

«La experiencia no pudo ser más grata, ves el rostro de Dios en las personas» 

Alejandro Fernández Rodríguez es de Marín, tiene 22 años, estudia Enfermería en Santiago y da motivos por los que prefiere organizar las vacaciones con otras personas que comparten su fe católica. «Igual hay quien piensa: “vaya mierda de plan”, pero para nada. Cambia completamente el viaje. Aparte de encontrarnos con el papa, tenemos charlas con gente superinteresante o la posibilidad de hablar con obispos y consultarles dudas, algo que no siempre está a nuestro alcance. Y hacemos cosas de jóvenes que a lo mejor alguna gente se piensa que no. Hay conciertos, festivales de música… al que le gusta la montaña hay planes de ir a pasear…», detalla el joven pontevedrés que no puede tener mejores palabras para las familias que les acogieron en Aveiro: «La experiencia no pudo ser más grata. Ves el rostro de Dios en las personas. Nos decían: “aquí tenéis a vuestros padres de corazón para siempre”. Y la verdad es que nos lo regalaron todo. Creo que no comí tanto en mi vida como en estos cuatro días». Ahora toca el suelo duro de un pabellón en la parroquia de Algés, a dos horas a pie del centro de Lisboa, pero en el que «se duerme con alegría», como resume Álex.

Fuente: La Voz de Galicia, 1/8/2023, J. V. Lado.