Cuentos con moraleja: “¿Por qué el perro mueve la cola delante de su amo?
Un día se presentó Dios en medio de los animales de la selva llevando en sus manos una tinaja de barro. Caminando con cautela, llegó a una gruta y depositó el recipiente en la junta de una roca. Luego, dirigiéndose a los animales que le habían seguido alegres y curiosos, les dijo:
-En esta tinaja hay escondido un gran tesoro. Os lo confío para que lo cuidéis celosamente. A su tiempo volveré yo mismo en persona para mostraros lo que hay dentro.
Durante los primeros días todos los animales querían montar guardia junto a la tinaja, pero, cuando vieron que Dios tardaba en regresar, se cansaron y empezaron a inventar pretextos para marcharse.
-Por la noche tengo que ir a buscar comida y durante el día tengo que descansar –dijo la hiena- por eso no puedo quedarme aquí mirando una tinaja.
-¿Y soy yo acaso un escorpión para pasarme todo el día en una caverna oscura? –añadió la mona. Todos saben que vivo siempre en medio de los árboles al aire libre.
-Siento tener que marcharme –dijo el leopardo-, pero he prometido ir a cazar con un pariente mío que vive más allá de la laguna.
Y así, uno tras otro, todos los animales se escabulleron. Sólo el perro permanecía allí tendido todo el día delante de la gruta con el hocico encima de las patas, los ojos entornados, pero siempre vigilante.
Pasaron muchos meses. El perro, flaco y hambriento, seguía delante de la gruta. Cuando Dios, andando con paso ligero, se le acercó y le preguntó:
-¿Dónde está la tinaja?
-Aquí está. Donde tú la pusiste.
-¿Y los otros animales dónde están?
-Vieron que tardabas en venir y se marcharon.
Dios golpeó tres veces su bastón contra la roca. A esta señal, todos los animales, como por milagro, se encontraron reunidos a sus pies. Entonces Dios les dijo:
-Sólo el perro ha sido fiel a mi mandato. Ha permanecido largos meses delante de esta gruta esperando mi regreso, en tanto que vosotros os fuisteis a divertiros por la selva.
Luego, acercándose a la tinaja la tocó con la mano y se hizo mil pedazos, dejando ver un precioso niño sonriente.
-Este es el tesoro, –dijo Dios satisfecho– Se llamará hombre y será vuestro rey. Os hará trabajar la tierra y, cuando tenga hambre, podrá incluso someteros. En cambio, el perro será su único amigo e irá con él donde quiera que vaya.
Para recordar los largos meses de guardia delante de la gruta, el hombre le construirá una caseta de madera y le dará a comer su propia comida.
Los animales, avergonzados, bajaron la cabeza y comenzaron a marcharse. El perro, emocionado, empezó a mover la cola y desde ese día, siempre que encuentra a su amo, mueve la cola y ladra, para expresar su agradecimiento y prometer fidelidad.
Un momento de heroísmo todos podemos tener, pero es realmente virtuoso ser constante y fiel.