“La Virgen dio a luz un Hijo. ¿Qué Hijo? Dios, el Hijo de Dios. ¡Oh, felicidad por encima de toda felicidad! ¡Diste un Hijo a Dios Padre! El Padre dio la deidad, la Madre la humanidad; el Padre la majestad, la Madre la flaqueza. ¡Oh, humildad! El Señor del universo es envuelto en unos pañales. El Rey de los ángeles es reclinado en un pesebre… Encontraréis la sabiduría balbuceando, el poder frágil, la majestad inclinada, el inmenso pequeñito, el rico pobrecito, el señor de los ángeles en un establo, el alimento de los ángeles hecho casi heno para jumentos, el inconmensurable en una cuna… Por tanto, por el Verbo Encarnado, por el parto virginal y por el Salvador nacido, sea dada gloria a Dios Padre en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres, objeto de benevolencia divina.”

San Antonio de Padua, “El Santo del Niño Jesús”.