Como hacemos todos los primeros jueves de mes, el día 5 de septiembre tendremos nuestra oración ante Jesús Sacramentado de 20’30 a 22.

 

Acto de adoración

Te adoro presente en la Eucaristía, Palabra encarnada, Hijo unigénito e imagen del Padre, nacido de María. En unión con María te ofrezco al Padre: contigo, por ti y en ti, sea por siempre la alabanza, la acción de gracias y la súplica por la paz de los hombres. Ilumina mi mente, hazme discípulo fiel de la Iglesia; que yo viva de fe, que comprenda tu Palabra, que sea un auténtico apóstol. Haz, Maestro divino, que la luz de tu Evangelio llegue hasta los últimos confines del mundo.

 

Acto de petición

Te amo, Jesús, mi vida, mi alegría y fuente de todo bien. Quiero amarte cada día más, a ti y a los hombres redimidos con tu sangre. Tú eres la vid y yo el sarmiento: quiero estar siempre unido a ti para dar frutos abundantes. Tú eres la fuente: dame gracia cada vez más abundante para mi santificación. Tú eres la cabeza; yo, uno de tus miembros: comunícame tu Espíritu Santo con todos sus dones. Venga a nosotros tu Reino, por María. Conforta y salva a las personas que amo. Acoge en tu Reino a los difuntos. Multiplica y santifica a los llamados al apostolado. Bebemos en el cáliz de la santidad. Líbranos por siempre del mal. Recibiremos con reverencia tu Cuerpo santísimo, nos saciaremos de tu dulzura, Señor. Nos has dado el pan del cielo: el hombre ha comido el pan de los ángeles. Amémonos los unos a los otros, porque Dios es caridad. El que ama a su hermano ha nacido de Dios y lo contempla, en él es perfecta la caridad. Padre santo, da paz a los sacerdotes, que reparten el Cuerpo de Cristo; da la paz a los gobernantes y al pueblo, que reciben el Cuerpo de Cristo. Amén.

 

Anima Christi

Alma de Cristo, santifícame, Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh, buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ven, Espíritu divino

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don, en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

 

Tomad, Señor, y recibid (San Ignacio de Loyola)

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed de ello conforme a vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.