Adoración Eucarística noviembre 2024
Como hacemos todos los primeros jueves de mes, el día 7 de noviembre tendremos nuestra oración ante Jesús Sacramentado de 20’30 a 22.
Peticiones de San Agustín
Señor mío Jesucristo, conózcame a mí y que te conozca a Ti.
Nada desee fuera de Ti. Aborrézcame a mí y que te ame a Ti.
Haga todas las cosas por Ti. Humílleme a mí y que te ensalce a Ti.
Nada piense fuera de Ti.
Mortifíqueme a mí y viva en Ti. Reciba todo lo que venga como de Ti.
Persígame a mí y siempre anhele seguirte a Ti.
Huya de mí y que te tema a Ti.
Desconfíe de mí y confíe en Ti.
Quiera obedecer por Ti.
A nada me apegue sino a Ti, y sea pobre por Ti.
Mírame para que te ame.
Llámame para que te vea.
Y para que eternamente te goce. Amén.
Acto de confianza (San Claudio La Colombière)
Esta admirable fórmula del Acto de confianza es propiamente parte de un sermón del Santo sobre el amor de Dios: Oeuvres, IV, 215. Cf. carta XCVI.
Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti y de que no puede faltar cosa alguna a quien aguarda de Ti todas las cosas, que he determinado vivir de ahora en adelante sin ningún cuidado, descargando en Ti todas mis solicitudes: «en paz me duermo y al punto descanso, porque tú, Señor, me has afirmado singularmente en la esperanza» (Sal 4,10). Despójenme, en buena hora, los hombres de los bienes y de la honra, prívenme las enfermedades de las fuerzas e instrumentos de serviros; pierda yo por mí mismo vuestra gracia pecando, que no por eso perderé la esperanza; antes la conservaré hasta el último suspiro de mi vida y serán vanos los esfuerzos de todos los demonios del infierno por arrancármela: en paz me duermo y al punto descanso.
Que otros esperen la dicha de sus riquezas o de sus talentos: que descansen otros en la inocencia de su vida, o en la aspereza de su penitencia, o en la multitud de sus buenas obras, o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mí, toda mi confianza se funda en mi misma confianza: «Tú, Señor, me has afirmado singularmente en la esperanza» (Sal 4,10). Confianza semejante jamás salió fallida a nadie: «Nadie esperó en el Señor y quedó confundido» (Sir 2,11). Así que seguro estoy de ser eternamente bienaventurado, porque espero firmemente serlo, y porque eres Tú, Dios mío, de quien lo espero: «en Ti, Señor, he esperado; no quedaré avergonzado jamás» (Sal 30,2; 70,1).
Conocer, demasiado conozco que por mí soy frágil y mudable; sé cuánto pueden las tentaciones contra las virtudes más robustas; he visto caer las estrellas del cielo y las columnas del firmamento, pero nada de eso logra acobardarme. Mientras yo espere, estoy a salvo de toda desgracia; y de que esperaré siempre estoy cierto, porque espero también esta esperanza invariable.
En fin, para mí es seguro que nunca será demasiado lo que espere de Ti y que nunca tendré menos de lo que hubiere esperado. Por tanto, espero que me sostendrás firme en los riesgos más inminentes y me defenderás en medio de los ataques más furiosos y harás que mi flaqueza triunfe de los más espantosos enemigos. Espero que Tú me amarás a mí siempre y que te amaré a Ti sin intermisión y para llegar de un solo vuelo con la esperanza hasta donde puede llegarse, espero a Ti mismo, de Ti mismo, oh, Criador mío, para el tiempo y para la eternidad. Amén.
Oración de San Patricio
Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo tras de mí.
Cristo en lo más profundo de mí, Cristo por sobre de mí.
Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda.
Cristo en la fortaleza, Cristo en la debilidad.
Cristo en el asiento del carro,
Cristo en la popa del navío,
Cristo en el corazón de todo hombre que piense en mí,
Cristo en los labios de todo hombre que hable conmigo.
Cristo en todo ojo que me vea,
Cristo en todo oído que me oiga.
Cristo en todo. Amén.
Cántico de las criaturas (San Francisco de Asís)
Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.
Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!
y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!
y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!
Ningún viviente escapa de su persecución,
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.
Visita al Santísimo (San Alfonso María de Ligorio)
Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres permaneces, lleno de amor, en este Sacramento, de día y de noche, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte. Creo que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada.
Te doy gracias por todos los beneficios que me has hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; por haberme concedido como abogada a tu Santísima Madre la Virgen María y por haberme llamado a que te visite en este lugar santo.
Adoro tu Corazón lleno de amor, en agradecimiento a tan maravilloso regalo y para desagraviarte de tantos ultrajes como recibes en todos los sagrarios del mundo donde estás olvidado.
Señor Jesús, te amo con todo mi corazón; me pesa haber ofendido tantas veces a tu infinita bondad y propongo enmendarme con ayuda de tu gracia. Yo, pecador, me consagro todo a Ti y en tus manos pongo mi voluntad, mis afectos, mis deseos, todo cuanto soy y puedo. Todo lo uno a tu Corazón lleno de amor, así lo ofrezco al Padre Eterno y le pido, en tu Nombre y por el amor que te tiene, lo acepte benignamente. Amén.