Hoja Dominical Semanal nº 3 / 22 de noviembre de 2020
Parroquia de San Antonio
Una joven había tomado clases de ballet durante su infancia. Había llegado el momento en el que se sentía lista para entregarse a la disciplina que le ayudaría a convertir su afición en profesión. Deseaba llegar a ser primera bailarina y quería comprobar si poseía las dotes necesarias.
Un día, cercana ya la Navidad, llegó a su ciudad una gran compañía de ballet. Acabada la función, fue a los camerinos y habló con el director.
Transcurrido apenas cinco minutos, la interrumpió moviendo la cabeza en señal de desaprobación.
La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado. Arrojó las zapatillas de baile a un armario y no volvió a danzar nunca más.
Pocos años después se casó, tuvo tres hijos y cuando estos se hicieron un poco mayores se puso a trabajar en un supermercado de la ciudad.
Años más tarde, con motivo de que el mismo director que tiempo atrás le había dicho que no tenía condiciones para el baile presentaba un nuevo espectáculo en la ciudad, nuestra amiga asistió al estreno.
Acabada la función, se topó con el viejo director que ya era octogenario. Ella le recordó la charla que habían tenido años atrás. Le mostró fotografías de sus hijos y le habló de su trabajo en el supermercado. Luego agregó:
…………………
La vida está llena de pruebas que hemos de superar. Es la lucha continua lo que nos hace ir superándonos, es nuestro convencimiento lo que nos hace mantenernos firmes en nuestras decisiones.
Si un matrimonio se separara al primer problema, si un médico abandonara la práctica ante el primer error, si un científico abandonara ante el primer fracaso… ¿No sería acaso signo de inmadurez, falta de vocación o de ilusión? El mismo Señor nos dijo que la primera condición que habían de cumplir sus discípulos era “renunciar a todo”, “tomar la cruz cada día” y después, “seguirle”. Como si renunciar a todo, tomar la cruz y seguir a Cristo fuera fácil.
Nuestra bailarina probablemente había recibido de Dios las dotes para la danza, pero le faltaron la valentía y el amor para superar el primer revés.
¡Cuántos cristianos comienzan un camino de santidad, pero abandonan ante el primer o segundo problema! Ser cristiano es mucho más difícil que ser bailarina, pero se consigue si uno realmente ama. El amor es lo que nos hace fuertes, invencibles. Y si ese amor está elevado por el Espíritu Santo, entonces nos hace “todopoderosos”.
Como nos dice el libro del Cantar de los Cantares: