El sábado 15 de febrero se celebró la reunión del Pleno del Consejo Diocesano de Pastoral en la sala Palatino de la Hospedería del Monasterio de San Martín Pinario de Santiago de Compostela. La jornada comenzó a las 10:30 horas con la acogida y una oración inicial, seguidas de la intervención del arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, quien dirigió un mensaje sobre la importancia de la sinodalidad y la activa participación de laicos en la vida de la Iglesia. Su intervención se enmarca en un proceso de reflexión que busca revitalizar la comunidad cristiana en un contexto de modernidad y desafíos sociales.

Mons. Prieto inició su intervención recordando a los asistentes que “la Eucaristía es la primera y fundamental forma de reunión y encuentro del pueblo de Dios”. Con esta afirmación subrayó la esencia del cristianismo como una comunidad que se reúne alrededor de la mesa del Señor, donde todos son llamados a participar. De este modo, el arzobispo enfatizó la necesidad de que cada miembro de la Iglesia sienta que su voz y su contribución son valiosas para la comunidad eclesial.

Uno de los temas centrales de su mensaje fue la necesidad de aumentar la corresponsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia: “Aún tenemos camino que recorrer”, dijo Mons. Prieto, subrayando que la inclusión y la participación no solo son derechos sino responsabilidades que todos los fieles deben asumir. Asimismo, destacó la participación de las mujeres, afirmando que “promover la participación de las mujeres en la Iglesia es un imperativo. Muchas siguen encontrando obstáculos que han de ser superados para que sus carismas y vocación sean plenamente reconocidos”. Esta declaración resuena con las directrices planteadas en el documento final del sínodo, que aboga por una mayor incorporación de la mujer en todos los niveles de la vida eclesial.

El arzobispo enfatizó también el valor de la escucha, no solo de la Palabra de Dios, sino también de las inquietudes y necesidades de la comunidad: “La escucha es la primera etapa fundamental. Si no somos capaces de escuchar al Señor en su palabra y a nuestros hermanos en sus vivencias, nuestras propias palabras se distorsionan a través de filtros y prejuicios”, advirtió. Esta llamada a la escucha activa es esencial para un diálogo constructivo que fomente la comunión y la unidad en la diversidad.

En su intervención, Mons. Prieto no solo se centró en los desafíos, sino que también ofreció una visión de esperanza para el futuro de la Diócesis. Propuso la elaboración de una programación diocesana que sirva como brújula para guiar el camino que la comunidad debe seguir en los próximos años: “Debemos pensar, reflexionar y discernir de manera conjunta sobre los pasos a seguir. Esta no es solo una tarea del consejo, sino un esfuerzo colectivo que requiere la participación de todos los fieles”.

Además, el arzobispo señaló que la renovación pastoral debe estar enraizada en una comprensión profunda de la espiritualidad: “No podemos simplemente conformarnos con cambios de estructura. Si queremos auténtica renovación, esta debe venir acompañada de una vivencia profunda de nuestra espiritualidad, tanto a nivel personal como comunitario”. En este sentido, Mons. Prieto instó a los presentes a recordar que el don de la fe recibida debe llevar a un compromiso activo en la comunidad: “No somos cristianos por rutina, sino por gracia que se nos ha sido otorgada. Esta gracia nos debe motivar a ser actores de cambio dentro de la Iglesia”.

Al cerrar su intervención, Mons. Francisco Prieto hizo una llamada a la esperanza, recordando que “cada paso que damos hacia adelante debe estar guiado por el amor y la fidelidad a nuestra vocación”.

Orientaciones para los objetivos pastorales de 2025

  1. Javier Porro Martínez, Vicario de Pastoral de la Archidiócesis de Santiago de Compostela, presentó las orientaciones para un plan pastoralcon una visión a largo plazo, extendiéndose hasta el año 2033. Esta fecha es especialmente significativa ya que marca el 2000 aniversario de la muerte y resurrección de Cristo. El plan busca dinamizar la pastoral diocesana, adaptándola a los desafíos y oportunidades contemporáneas, y se fundamenta en la esperanza, la unidad y una comunicación efectiva.

Destacó la importancia del año 2025 como un “año de transición”. Este período permitirá una preparación exhaustiva para el primer cuatrienio del plan, subrayando que las acciones y estrategias implementadas desde 2026 hasta 2029 deben ser una continuación lógica de lo establecido en este año inicial. El Vicario de Pastoral profundizó en varios aspectos clave que guiarán la planificación pastoral:

En primer lugar, mencionó la Carta de Adviento del Arzobispo, que invita a un encuentro personal con Cristo y a una transformación profunda de mentalidades y actitudes: “El arzobispo anhela que el Espíritu Santo nos llene el corazón de esperanza y nos pide que ofrezcamos a todos esa esperanza. Hace una llamada a la unidad y nos anima a crecer en corresponsabilidad”, afirmó D. Javier.

En segundo lugar, destacó la Bula del Jubileo Ordinario 2025 del Papa Francisco, subrayando el rol del Espíritu Santo como fuente de esperanza para los creyentes. Recordó que el camino del Evangelio a menudo implica tribulación y sufrimiento, lo que requiere paciencia en la planificación y evaluación. El vicario de pastoral resaltó la importancia de ser “signos de esperanza” para el mundo, promoviendo la paz, la apertura a la vida, la paternidad responsable atendiendo a grupos vulnerables como encarcelados, enfermos, jóvenes, migrantes, ancianos y pobres. Además, instó a la condonación de las deudas de los países empobrecidos y a avanzar en la sinodalidad.

El Vicario de Pastoral destacó tres objetivos pastorales clave:

  • Fomentar una experiencia de Dios a través de la oración personal y comunitaria, transformando las comunidades en espacios de encuentro con lo divino. Se busca que tanto laicos como sacerdotes se conviertan en “maestros de oración”. “Nuestras comunidades son espacios de oración. Esa eucaristía dominical realmente es un lugar fuerte de encuentro con Dios, de acción del Espíritu Santo”, indicó D. Javier.
  • Impulsar la unidad, la sinodalidad y la corresponsabilidad, animando a los arciprestazgos a ser lugares de encuentro y de planificación conjunta. Se busca mejorar la comunicación entre todos los miembros de la comunidad. “Es importante crecer en unidad… que los arciprestazgos sean espacios de encuentro, fraternidad y programación para que seamos signos creíbles de esperanza”.
  • Descubrir la alegría inherente al bautismo, recordando que cada uno es un discípulo elegido y enviado. Esto implica mantener las puertas abiertas para recibir a peregrinos, turistas, migrantes y personas que sufren, ofreciéndoles apoyo y compartiendo la espiritualidad.

El vicario de pastoral destacó la necesidad de mejorar la comunicación en todos los niveles: verticalmente, en la relación con Dios; horizontalmente, entre los miembros de la comunidad, y hacia el exterior, utilizando todos los medios disponibles para difundir las actividades y recursos de cada comunidad.

  1. Javier Porro anunció la creación degrupos de trabajodedicados a reflexionar sobre la recepción del sínodo diocesano y el sínodo de la sinodalidad, así como para avanzar en la elaboración del plan cuatrienal. Se espera tener un borrador del documento base en junio, para luego trabajarlo en otros ámbitos de la diócesis entre septiembre y octubre, culminando con su presentación en la asamblea del 15 de noviembre.

El objetivo final, según el vicario de pastoral, es claro: “La esperanza en Dios nos ayudará a recuperar la confianza necesaria en la Iglesia, en la sociedad y en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de la persona y el respeto de la creación”. Este plan estratégico busca revitalizar la pastoral de la Archidiócesis, adaptándola a los tiempos actuales y proyectándola hacia el futuro con esperanza y un renovado compromiso.

Claves para proyectar la pastoral diocesana: un enfoque antropológico, teológico y pastoral

La tercera de las intervenciones en la reunión del Consejo Diocesano de Pastoral corrió a cargo de Dª Fátima Noya Varela, Delegada para las Misiones. Durante su presentación, Noya Varela ofreció un detallado esquema para la planificación pastoral diocesana.

En su intervención, Noya Varela subrayó la importancia de abordar razones de índole antropológica, teológica y pastoral, esenciales para proyectar una pastoral efectiva. Destacó que la planificación no solo ayuda a buscar y realizar la voluntad de Dios en conjunto, sino que también fomenta el crecimiento en comunión, el conocimiento profundo de la realidad, la identificación de nuevos rumbos, la renovación comunitaria, la organización y la evitación de improvisaciones, y la evaluación de la acción evangelizadora.

Uno de los puntos clave de su discurso fue la priorización. Es crucial establecer prioridades, ya que no es posible atender a todas las necesidades simultáneamente. Noya Varela subrayó que la principal tarea de la pastoral es sembrar, aunque no siempre se recojan los frutos de inmediato.

Noya Varela aclaró que un plan pastoral no debe verse como un calendario de actividades, una lista de buenos propósitos ni un recetario. En su lugar, debe ser un instrumento orgánico, flexible y adaptable, basado en una lectura creyente de la realidad.

La acción pastoral debe ser planificada de acuerdo con la particularidad de cada iglesia, adaptando las líneas de acción a los diferentes contextos diocesanos. Afirmó que es importante reconocer la diversidad de las zonas y las diferencias para vivir en unidad. El proceso de elaboración de un plan pastoral requiere compromiso y múltiples revisiones. El análisis de la realidad debe ser profundo, realista y orientado a la luz de la palabra de Dios, siendo crítico pero constructivo.

Destacó que el objetivo general del plan pastoral debe traducir un problema o necesidad específica y ser evaluable y los objetivos específicos deben ser pocos, claros, significativos, concretos y evaluables. Una vez establecidas las etapas de la planificación pastoral, se procede a la programación de acciones concretas, asignando responsables, plazos, recursos e indicadores de logro. La programación abarca el corto plazo, mientras que los planes se proyectan a medio o largo plazo.

Finalmente, Noya Varela animó a la participación de todos en la elaboración del plan pastoral, promoviendo un espacio de reflexión personal y escucha del Espíritu a través de la palabra de Dios. Subrayó la importancia de construir en común, escuchando con respeto y buscando puntos de encuentro.

Trabajo por grupos

Después de un breve descanso, a partir de las 12:30, los miembros del consejo diocesano trabajaron en grupos para abordar temas como la recepción del Sínodo Diocesano y del Sínodo sobre la Sinodalidad, la purificación de la comunicación con Dios, la mejora de la comunicación entre nosotros y la apertura de nuevos canales de comunicación con la sociedad. Posteriormente, tuvo lugar la puesta en común de los grupos, y la jornada finalizó con un almuerzo de confraternización.