Hoja Dominical Semanal nº 3 / 22 de noviembre de 2020
Parroquia de San Antonio
Comenzado el tiempo pascual, cuando proclamamos con gozo la victoria de Cristo sobre la muerte, recibimos con profundo pesar la noticia del fallecimiento de Su Santidad el Papa Francisco, el Lunes de Pascua, que nos habla de vida nueva, de luz y de Resurrección.
El papa Francisco ha sido un pastor universal, con alma de padre. Hombre sencillo, marcado por la profundidad del Evangelio, que caminó junto al Pueblo de Dios con humildad y cercanía. Desde aquel histórico “Buenas tardes”, asomado al balcón de San Pedro en 2013, conquistó nuestros corazones con un estilo directo y su sonrisa transparente.
Durante su pontificado, Francisco no solo condujo a la Iglesia en tiempo de grandes desafíos, sino que nos enseñó a mirar al mundo con compasión y a vivir la fe con autenticidad. Nos habló de una Iglesia en salida, que se arrodilla ante las heridas del otro, que cuida de la creación, que tiende puentes en vez de levantar muros. Con su magisterio valiente, su palabra clara y sus gestos concretos, nos recordó que el centro del Evangelio es la Misericordia y que la fidelidad a Cristo se manifiesta en el amor vivido y encarnado.
Quienes tuvimos la gracia de vivir este tiempo bajo su guía recordamos de él su opción por los últimos, su pasión por la paz, su denuncia de la indiferencia, su insistencia en la fraternidad y en una Iglesia madre que acoge y cura. Fue el papa que supo hablar al corazón de creyentes y no creyentes, de jóvenes y ancianos, de poderosos y sencillos.
Desde nuestra parroquia, nos unimos a la Iglesia universal en acción de gracias por su vida y en oración confiada por su eterno descanso. El Señor Resucitado, a quien Francisco sirvió con amor hasta el último aliento, lo reciba en su gloria. Y que el Espíritu Santo, que lo guio y sostuvo durante su Pontificado, ilumine ahora a la Iglesia en este nuevo tiempo de espera y discernimiento. (T. Armental)
¡Descansa en la Paz del Resucitado!