Hoja Dominical Semanal nº 3 / 22 de noviembre de 2020
Parroquia de San Antonio
La Iglesia se llena de gratitud y esperanza al acoger al nuevo Sucesor de Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra. Un nuevo Papa ha sido elegido por el soplo del Espíritu Santo y el discernimiento orante del Colegio de Cardenales, como roca visible de unidad, como guía del Pueblo de Dios, como servidor del Evangelio en la barca de la Iglesia que sigue surcando las aguas, a veces tranquilas, a veces agitadas, de nuestro tiempo.
¡Bienvenido, Santo Padre! Reciba desde esta parroquia de San Antonio nuestra cercanía filial, nuestra oración constante y nuestro deseo profundo de comunión afectiva y efectiva. En usted reconocemos la voz del Buen Pastor que continúa llamando a sus ovejas por su nombre; en usted confiamos, como hijos de la Iglesia, seguros de que el Señor lo ha elegido, como eligió a Simón Pedro, no por méritos humanos, sino por puro amor.
Sabemos que el ministerio del Papa es una carga santa y exigente. Él lleva sobre sus hombros la solicitud por todas las Iglesias, el cuidado por la unidad, la misión de confirmar en la fe a todos los bautizados. Por eso, hoy queremos ser, como parroquia, un sostén humilde pero fiel, una familia que no lo deja solo, un rincón de Iglesia que camina en comunión con el sucesor del apóstol.
Oramos por usted, Santo Padre: para que el Espíritu de sabiduría lo acompañe cada día, para que la fuerza del Evangelio sea su consuelo y su alegría; para que, como Pedro, cuando sienta el peso de las olas, mire siempre al Maestro que camina sobre el agua, para que, en cada noche del alma, sepa que toda la Iglesia vela con usted.
Nos comprometemos a vivir la comunión no sólo de palabra, sino de corazón y de vida. A acoger sus enseñanzas como palabra de pastor, a orar por sus intenciones en cada Eucaristía, a sostenerlo con nuestras pequeñas fidelidades cotidianas. Porque no hay Pedro sin Iglesia, ni Iglesia sin Pedro. Y en esta comunión se fortalece nuestra identidad católica, nuestra apertura universal, nuestra certeza en medio de los cambios. ¡Santo Padre, estamos con usted. Lo queremos, lo necesitamos, lo acogemos!
Con María, Madre de la Iglesia, elevamos nuestra plegaria al cielo por su persona y su ministerio. Que el Señor Resucitado lo bendiga y lo fortalezca.
¡Viva el Papa! ¡Viva Cristo, nuestra roca! ¡Viva la Iglesia una, santa, católica y apostólica! (T. Armental)