Adoración Eucarística octubre 2024
Como hacemos todos los primeros jueves de mes, el día 3 de octubre tendremos nuestra oración ante Jesús Sacramentado de 20’30 a 22.
Oración a San Miguel
Arcángel San Miguel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad
y las asechanzas del demonio.
Reprímale Dios,
pedimos suplicantes.
Y tú, Príncipe de la celestial milicia,
lanza al infierno,
con el divino poder,
a Satanás
y a los otros malignos espíritus
que discurren por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.
Vuestra soy, para Vos nací (Santa Teresa de Jesús)
Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
Eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía,
Dios, alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor;
Amor dulce, veisme aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón.
Yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y ama,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí,
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida,
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz cumplida.
flaqueza o fuerza a mi vida,
que a todo diré que sí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
sí abundancia y devoción.
y, si no, esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor ignorancia;
dadme años de abundancia
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar;
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, dónde, cómo y cuándo;
Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callado o hablando,
haga fruto o no le haga;
muéstreme la Ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo Vos en mí vivid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para Vos nací.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Oración a San José
¡San José, Custodio amante
de Jesús y de María,
enséñame a vivir siempre
en tan dulce compañía!
Sé mi maestro y mi guía
en la vida de oración;
dame paciencia, alegría
y humildad de corazón.
No me falte en este día
tu amorosa protección,
ni en mi última agonía
tu piadosa intercesión.
Salmos de la alegría
Que se alegren los que se acogen a Ti con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo los que aman tu Nombre. Porque tú, Señor, bendices al justo, y como un escudo lo cubre tu favor (5,12-13).
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena: porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha (15,8-11).
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos (32,20-21).
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados (50,9-10).
Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia Ti; porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan (85,4-5).
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles, porque Él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro (102, 8.10.13-14).
Ofrecimiento diario por el mundo
Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él, por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío Jesucristo: por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Obispo y sus intenciones, por nuestro Párroco y sus intenciones.