Cuentos con moraleja: “Cada uno da lo que tiene en su corazón”
Marisa, una joven pobre que vivía con su abuela en los arrabales de la ciudad de Valparaíso, iba a cumplir 15 años. Por ese motivo decidió invitar a sus compañeros del colegio a una sencilla fiesta en su casa. A pesar de su pobreza, había conseguido ahorrar algo de dinero privándose de caprichos y necesidades por más de siete meses. Cuando sus amigos se enteraron de la fiesta que había organizado decidieron gastarle una pesada broma.
Pedro, que era el cabecilla de un grupo de gamberros del colegio, encontraba diversión burlándose de todos. Al enterarse que Marisa le había invitado a su fiesta de cumpleaños, les dijo a los demás compañeros que se encargaría personalmente de preparar un regalo para ella.
Llenó una caja muy bonita con basura y desperdicios mal olientes, la envolvió con papel dorado, le puso un gran lazo de color rojo y una tarjeta con bonitas palabras.
La fiesta comenzó. Había dulces variados, bebidas refrescantes y algo de música apropiada para ese tipo de fiesta. En esto que llegó la hora del brindis; le cantaron el Feliz Cumpleaños y fue el momento que Pedro, en representación de todos, le entregó el regalo de cumpleaños a Marisa.
Marisa, que estaba disfrutando la fiesta de una manera increíble, abrió la caja delante de los presentes con gran ilusión. Entonces se encontró con la gran sorpresa. Pedro y sus compinches se comenzaron a reír a carcajadas y se burlaron de ella haciendo continuos comentarios desagradables y humillantes.
Sin desdibujarse la sonrisa de su cara, Marisa le pidió a Pedro que le esperara un momento. Ella se retiró durante unos minutos de la fiesta, tiró la basura, limpió la caja, la llenó de flores muy bellas y la envolvió con el mismo papel. Al entrar al salón, todos se quedaron sorprendidos de su actitud. Fue al encuentro de Pedro y, con mucho cariño y dulzura, le dijo:
- Este es mi regalo para ti.
Expectantes y en silencio, los presentes pensaron que la devolución de la broma iba a ser todavía más pesada. Pedro, con manos temblorosas, abrió la caja y se llevó una gran sorpresa. Entonces le preguntó a Marisa:
- ¿Qué significa esto?
A lo que ella le contestó:
- Cada uno da lo que tiene en su corazón. ……………………………………………………………..…………………..
Ya lo dijo el Señor:
- El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno, y el malo de su mal saca lo malo: porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lc 6:45).
Un corazón puro es la clave de la felicidad no sólo para este mundo, sino también para el otro:
- Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5:8).
Si fuéramos mejores de verdad, no iríamos ofendiendo a las personas con nuestros “regalos”, sino que, desde lo profundo de nuestro corazón, incluso a pesar de las ofensas, sabríamos regalar “flores”; no sólo para dar una lección, sino también porque de ese modo seríamos como nuestro buen Padre Dios:
- Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos y pecadores. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿no hacen eso también los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen eso también los paganos? Por eso, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5: 43-48).
Difícil tarea, pero con su ayuda, ¡podremos!