¡Amadísima Reina y Madre nuestra,

Reina del Santo Rosario, Auxilio de los cristianos,

Salvación del género humano, Virgen victoriosa!

Humildemente venimos a postrarnos ante Tu trono.

Nos acercamos a Ti llenos de confianza en que Tu misericordia alcanzará para nosotros

la gracia, la ayuda y la protección que necesitamos en nuestras aflicciones.

Nos atrevemos a pedirlo, no confiando en nuestros méritos –no los tenemos-

sino apelando a la infinita bondad de Tu Corazón de Madre.

A Ti, María, a Tu Corazón Inmaculado, nos entregamos y nos consagramos

en este momento dramático de la historia de la Humanidad

y de la historia de Ucrania.

Nos unimos a toda la Iglesia Santa, Cuerpo Místico de Tu Divino Hijo,

que sufre y se desangra en muchos rincones de la Tierra.

Nos unimos a todos los que sufren por la guerra, por el odio, por la injusticia,

y también unimos nuestros corazones con los de aquellos que sufren

porque no conocieron el amor de Dios.

Sobre todo, nos unimos de todo corazón

al pueblo de Dios que ha sido confiado a nuestro cuidado en la tierra de Ucrania

y a todos los que aquí viven.

Que el dolor de tanta gente conmueva tu Corazón.

Reconocemos que la causa de todo este dolor es el pecado.

El pueblo de Ucrania ha sufrido de modo indecible

por tantos pecados ajenos y propios.

También ahora parece que el mal y el pecado reinan

en los corazones de tantos de nuestros contemporáneos:

también en nuestra tierra.

Cuántos pecados de aborto, de alcoholismo, de corrupción, de divorcio, de odio, de mentira, de violencia, de avaricia, de impureza, de injusticia, de desprecio de los débiles y los pobres…

Muchos han rechazado a Dios o viven como si El no existiera, como Él si no fuera Amor.

También en nosotros hay muchas culpas y pecados.

¡Oh, Madre de Misericordia, suplica a Dios para nosotros la gracia de la misericordia y el perdón! Suplica la gracia de la conversión y la vida auténticamente cristiana.

Suplica el don de la cristiana reconciliación en la tierra de Ucrania.

Pide para nosotros, sobre todo, esa gracia que en un instante

puede cambiar el corazón humano y hacer crecer en él un verdadero deseo de paz!

Reina de la paz, ruega por nosotros y danos una Ucrania en paz:

una paz fundada en la verdad, en la justicia y en el amor de Cristo.

Sobre todo, tráenos la paz en los corazones,

para que el Reino de Dios pueda crecer en paz y unidad!

No dejes de dar tu protección a los que no tienen fe

y a todos aquellos que viven entre las sombras de la muerte.

¡Haz que también para ellos brille el sol de la verdad!

Haz que todos juntos podamos repetir delante del único Salvador:

“¡Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”.

Pide para nosotros la valentía de proclamar el Evangelio de Tu Divino Hijo.

Humildemente Te suplicamos la unidad entre todos aquellos

que reconocemos a Tu Divino Hijo como Salvador,

para que exista verdaderamente un solo rebaño y un solo Pastor.

También humildemente Te consagramos, Madre Amantísima y Reina, Rusia,

 que ocupa un lugar muy especial en Tu Corazón Inmaculado.

Rodéala de tu maternal protección.

Llena la Santa Iglesia de paz y libertad.

Detén la ola de este nuevo paganismo y materialismo;

fortalece en los corazones de los creyentes el amor a la pureza,

la práctica de la vida cristiana y un sincero afán apostólico,

para que crezca el número de los que sirven a Dios y crezca el número de sus méritos.

De la misma manera que la Iglesia y toda la Humanidad

han sido consagradas al Corazón de Tu Hijo,

proclamando su esperanza

en que Él será la fuente de la victoria y de la salvación,

así también nosotros nos consagramos para siempre a Ti, a Tu Corazón Inmaculado.

Oh, Madre y Reina nuestra:

para que Tu amor y Tu tutela garanticen

el triunfo del Reino de Dios

y para que nuestra Ucrania y todos los pueblos, reconciliados entre sí y con Dios,

Te honren y Te den la gloria que mereces.

Járkov, 20 de marzo de 2014.

La Conferencia de los Obispos Ucranianos de Rito Latino