Cuentos con moraleja: “La entrevista a Dios”
Hace unos días leí una curiosa historia que ahora les paso a contar. Espero que la disfruten tanto como yo.
Un famoso periodista había entrevistado a los personajes más famosos del mundo: artistas, políticos, escritores, gobernantes, inventores e ingenieros. Le apasionaba la vida de aquellos que más habían influido en su comunidad o naciones y su pregunta más categórica era aquella que enfrentaba a estos personajes con sus propias obras.
Un día de camino a su oficina le dijo a su redactor que siempre había soñado con entrevistar al mismo Dios y hacerle la gran pregunta de su vida, la cual estaría relacionada con su obra máxima: el hombre; de repente, se vio envuelto por una gran luz en medio de un torbellino:
– Detente, me dijo, ¿así que quieres entrevistarme?
– Bueno, le contesté, si es que tienes tiempo.
Se sonrió por entre la barba y dijo:
– Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo. ¿Qué pregunta quieres hacerme?
– Ninguna nueva ni difícil para ti: ¿qué comentario te merece el hombre a quien creaste a tu imagen y semejanza?
Un poco entristecido, Dios me respondió:
- Que se aburre de ser niño por la prisa de crecer y luego suspira por volver a ser niño.
- Que primero pierde la salud para tener dinero y enseguida pierde el dinero para recuperar la salud.
- Que se pasa toda la vida acumulado bienes que jamás disfrutará y sus hijos derrocharán.
- Que, por pensar ansiosamente en el futuro, descuida su hora actual y ni vive el presente ni el futuro.
- Que se pasa toda la vida tratando de ser feliz y se olvida que la felicidad no es otra cosa que la capacidad de disfrutar lo que se tiene.
- Que se priva de disfrutar de sus hijos por el afán de progresar y, cuando ya lo logra, descubre que perdió irremediablemente a sus hijos.
- Que se pasa toda la vida acumulando conocimientos y títulos, olvidándose de que lo único importante es el amor.
- Que se pasa la vida buscando triunfos externos cuando ha fracasado en el hogar.
- Que se pasa la vida buscando la aprobación de los demás, cuando ni siquiera él mismo se aprueba.
- Que se pasa la vida buscando el golpe de suerte, ignorando que ésta es producto de sus decisiones.
- Que se pasa la vida cambiando a los amigos, sin comprender que son los amigos los que cambian.
- Que se pasa la vida acumulando dinero que compra todo, menos la felicidad.
- Que se pasa la vida acumulando rencores contra sus ofensores y lo único que obtiene es perjudicarse a sí mismo.
- Que vive como si no fuera a morirse y, sin embargo, se muere como si no hubiera vivido.
- Que crie al hombre para que fuera feliz, pero él escogió la infelicidad.
Por primera vez vi llorar a Dios.
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Ya nos lo dijo el Señor nuestro Dios en unas palabras que habría que enmarcar y colgar en un lugar destacado de la casa donde todos las vieran:
“De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma” (Mt 16:26).