Según el programa de verano del Papa Francisco publicado el jueves 23 de junio, el Santo Padre desea beatificar a Juan Pablo I el 4 de septiembre.

No fue sino hasta el pasado mes de octubre cuando el Papa Francisco reconoció oficialmente un milagro de 2011 realizado por el «Papa de los 33 días».

Albino Luciani, como se llamaba originalmente el expapa Juan Pablo I, nació el 17 de octubre de 1912 en la provincia septentrional italiana de Belluno, hijo de un obrero socialista. Fue ordenado sacerdote en 1935 y nombrado obispo de Vittorio Veneto en 1958, inmediatamente después de la elección del Papa Juan XXIII, que lo conocía de su época de Patriarca de Venecia. Participó en todo el Concilio Vaticano II y aplicó sus directrices con entusiasmo. Al mismo tiempo, pasaba mucho tiempo en el confesionario y era un pastor popular.

Pablo VI nombró al popular y siempre modesto obispo Patriarca de Venecia a finales de 1969 y Cardenal en marzo de 1973. Tras su muerte, Luciani se convertiría también en su sucesor, pero sólo por poco tiempo: elegido el 26 de agosto de 1978, Juan Pablo I sólo estuvo en el cargo hasta su repentina muerte el 28 de septiembre de 1978, por lo que pasó a la historia de la Iglesia como el «Papa de los 33 días». Su sucesor fue Juan Pablo II (1978-2005). El procedimiento de beatificación para él se inició en 2003.

El milagro reconocido el año anterior se trató de un incidente de 2011. Se dice que una niña de entonces once años, en Buenos Aires, que padecía de «encefalopatía (aguda) asociada a la fiebre con convulsiones refractarias y shock séptico» y que estaba al final de su vida, se curó milagrosamente tras invocar al difunto Papa, a pesar de que su estado de salud se consideraba desesperado. El párroco a cuya parroquia pertenecía el hospital había sugerido previamente pedir la ayuda de Juan Pablo I en este caso.

A finales del verano pasado, la casa natal de Luciani en el pueblo de Canale d’Agordo se reabrió a los peregrinos. En el 43º aniversario de la elección de Juan Pablo I, se celebró allí una misa tras una amplia renovación. Fue presidida por el cardenal emérito de la Curia Beniamino Stella.